¿Por qué la gente no obedece?

Tanto el Ministro de Salud como diversos medios han cuestionado la irracional falta de obediencia de la población a las medidas de cuarentena y otras preventivas, relacionadas al abordaje del Covid-19. El comportamiento se suele tildar de irresponsable, incomprensible y en algunos casos hasta intencionalmente dañino.

Quienes trabajan en salud física y mental saben que la obediencia de las indicaciones preventivas o de tratamiento, llamada también “adherencia al tratamiento”, tiene una alta complejidad relacionada al comportamiento humano y social.

No es por nada, que existan diversos estudios sobre adherencia al tratamiento en enfermos, crónicos, e incluso en situaciones de epidemia y contagios masivos, con el fin de entender por qué la gente no cumple las indicaciones de salud, a pesar las graves consecuencias que esto podría traer.

Para comprender el errático comportamiento de quienes hemos visto aglutinándose, saliendo en cuarentena o eludir el uso de mascarillas y otras medidas, los estudios científicos nos dan algunas respuestas y orientaciones a considerar.

1.   El comportamiento de la población influye en la curva de contagio. Esto es clave, ya que los estudios muestran que la curva de contagio también depende de cómo las personas nos comportamos frente a la pandemia. Es decir, cuánto obedecemos o adherimos a las medidas sanitarias establecidas. Esto implica que más allá de las medidas de las autoridades, nuestro rol como comunidad es vital en la evolución del contagio en nuestro país, y, por ende, de las futuras consecuencias.

2.   Durante las epidemias las personas imitan las conductas de otros. Los estudios muestran que las respuestas conductuales de las personas dependen en gran medida de la diversidad de conductas que observan en su ambiente. Es decir, cuando muchas personas incumplen medidas, se aglutinan o no usan mascarillas hay más posibilidades de que otras repitan la conducta. Ver diversidad de conductas, en vez de una obediencia homogénea en el entorno, aumenta la probabilidad de que tomemos decisiones erróneas (Poletti, 2009). La sugerencia en este caso es el monitoreo de las conductas grupales, y que la autoridad reoriente o dirija a los grupos que muestren conductas imprudentes.

3.    La percepción del riesgo influye en las conductas de autoprotección. La percepción de riesgo es la evaluación que las personas hacen sobre los riesgos de un comportamiento o situación. Por ejemplo, pensar que solo un segmento de la población está en alto riesgo, aumenta la exposición de ciertos grupos. Esta percepción está muy relacionada al acceso a información clara y uniforme, pero también depende de qué tan validado es quien transmite la información. La recomendación es entregar información, oportuna (actualizada al día), accesible (por ej. conocer el nivel de riesgo en su comuna podría incidir en su percepción de riesgo de salir a la calle), clara y consistencia (no es recomendable la presencia de distintos médicos en los medios contradiciendo medidas o mitos entre si (Gershon, 2018)

4.   Las condiciones del entorno y logística son claves en el cumplimiento de las medidas. El cumplimiento depende de cuantos costos y que tan viable para las personas es el obedecer las medidas. Encuestas en otros países, han concluido que el temor a perder el trabajo ha sido un gran motivo de incumplimiento. La recomendación es invertir en esfuerzos especiales para proporcionar apoyo y recursos a comunidades vulnerables. Se deben desarrollar planes de preparación de la comunidad, facilitación y acceso a servicios, identificación y abordaje de obstaculizadores, especialmente para población vulnerable como adultos mayores y discapacitados, donde se debe actuar proactivamente para garantizar las condiciones necesarias para la cuarentena. Este análisis y preparación es el mayor desafío territorial y municipal actual para que los próximos pasos generen el efecto esperado sin grandes contratiempos. (Wray, 2012) 

5.   El comportamiento humano es irracional. La economía del comportamiento explica que a diferencia de lo que se cree, muchas veces las personas no decidimos en función a la lógica, sino a patrones de comportamiento previamente establecidos, es decir, reaccionamos como habitualmente solemos hacerlo según nuestros condicionamientos. Esto implica básicamente, que gran parte del tiempo nuestro comportamiento es “irracional” o intuitivo. Este modelo se ha aplicado en muchos contextos (ej. ventas, marketing) y sus recomendaciones para salud son los siguientes (Repullo, 2009). 

a)   Configurar las decisiones por defecto. Se refiere a medidas estructurales que faciliten la toma de decisiones saludables. Un ejemplo en salud es la predominancia de productos saludables en los locales, haciendo menos accesible los alimentos no saludables. En nuestro caso, por ejemplo, hacer accesible el teletrabajo permite tomar decisiones más coherentes con las medidas sanitarias. 

b)  Prevenir los errores de evaluación de alternativas. Las principales condiciones que debemos controlar para ayudar a la toma de decisiones son  los discursos ilógicos (ej. “el coronavirus es sólo un invento para controlar a la población”), el inmediatismo, es decir, las dificultades para pensar a largo plazo durante la evaluación costo beneficio; y los obstáculos para el aprendizaje, donde un elemento clave es la transparencia y acceso a información válida que nos permita aprender de lo que va ocurriendo y la experiencia de otros. 

c)    Prevenir decisiones apresuradas. Ante decisiones complejas las personas suelen precipitarse, pese a que lo ideal es tener la mayor cantidad de información para evaluar (el viejo refrán  “ante la duda absténgase”). Aspectos que pueden prevenir decisiones apresuradas y riesgosas, como correr a la urgencia y aumentar su saturación, son los mecanismos de consulta y orientación oportuna que permiten establecer pasos sucesivos para la toma de decisiones (“call center”, aplicación móvil, etc.). Es crucial que estos mecanismos funcionen para ayudar a la gente a cumplir con las medidas actuales. 

d)  Influencia de valores y creencias. El comportamiento humano se ve fuertemente influido por la opinión de las redes cercanas o personas relevantes para quien decide. Los valores y creencias se rigen por imitación y redes sociales, determinando la racionalidad de la toma de decisiones. Debido a ello la difusión de creencias erróneas (ej. homeopatía, teorías de conspiración, juicios de valor negativo ante comportamientos de autocuidado, etc.) son especialmente dañinas para el cumplimiento de medidas de cuidado personal y de otros.

En conclusión, es importante entender cómo la gente toma decisiones para apoyar los procesos de comportamiento responsable y preventivo. Las principales recomendaciones desde estos estudios son, en primer lugar, generar planes para abordar proactivamente las dificultades logísticas de la población para cumplir con las medidas (trabajo, cuidado de hijos, trámites, finanzas, tránsitos, etc.).

En segundo lugar, reforzar la entrega de información precisa, oportuna y consistente para incidir oportunamente en su percepción de riesgo y decisiones, considerando además interlocutores válidos y coordinados. Los medios pueden ser de gran ayuda si toman medidas para informar y no aumentar de divergencia de recomendaciones.

Tercero, para que las personas decidan acertadamente se deben implementar medidas estructurales, aumentar el acceso a mecanismos de orientación; y potenciar del monitoreo y orientación del comportamiento de grupos, dado que predicen la imitación de comportamientos.

Finalmente, a nivel individual, hay que recordar que la curva de contagio depende del comportamiento de cada uno, y que antes de tomar cualquier decisión debemos evaluar profundamente cómo actuar de la forma más segura, para a contribuir al cuidado de todos.

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