En pleno proceso de ingreso a la educación superior, decenas de miles de jóvenes comienzan a dar los primeros pasos hacia un desafiante y desconocido camino, el que vendrá acompañado de nuevas experiencias y retos.
Si éste se trata de un evento para muchos anhelado ¿qué explica, entonces, que los jóvenes universitarios vean afectada su salud mental?
¿Cómo debieran las universidades enfrentar este problema cada vez más frecuente?
Las cifras respecto a salud mental de los universitarios revelan que estos tienen más problemas en este ámbito en comparación con otros jóvenes de la misma edad, siendo los síntomas de depresión, ansiedad y angustia los más comunes. Además, problemas familiares, interpersonales y de aislamiento son frecuentes.
Estas dificultades afectan el rendimiento académico e influyen en el abandono estudiantil, además de estar asociados a menores oportunidades laborales en el futuro.
El malestar emocional en esta etapa puede relacionarse con distintos factores: los jóvenes deben afrontar un proceso de creciente autonomía, de cumplimiento de expectativas y el desafío de abordar un aumento de la carga académica.
Si a eso le sumamos estilos de vida poco saludables como sedentarismo, falta de higiene del sueño, consumo de alcohol y drogas, enfrentaremos, sin duda, un deterioro en la salud mental estudiantil.
Si bien los planteles universitarios cuentan, en mayor o menor medida, con centros de atención para estudiantes, estos no son suficientes, considerando, además, que en esta edad existen distintas barreras que impiden buscar ayuda oportuna, como los prejuicios vinculados con los problemas de salud mental. Entonces, ¿cómo debiéramos abordar el problema?
Algunas recomendaciones serían poner en marcha diferentes acciones preventivas y promocionales, como diseñar campañas de difusión masivas que promuevan estilos de vida saludables, ayuden a disminuir el estigma asociado a la enfermedad mental e incorporar en los mallas académicas temáticas tales como higiene del sueño, manejo del estrés, actividad física, desarrollo de habilidades para resolver problemas, entre otros.
Además, es importante contar con instrumentos que permitan realizar una detección precoz de síntomas ansiosos y depresivos, así como intervenciones tempranas para alcohol, drogas y trastornos mentales comunes.
Es relevante sensibilizar e involucrar a toda la comunidad universitaria para poder detectar y actuar oportunamente sobre las conductas de riesgo.
Aprovechando la cercanía de los jóvenes con la tecnología, las distintas iniciativas debiesen incorporar este elemento a través de la creación de plataformas web o aplicaciones que fomenten estilos de vida saludables, entreguen información sobre dónde pedir ayuda y permitan realizar una autoevaluación.
La tarea recién comienza.
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