La publicación de un obituario recordando la vida de Herman Göring por parte del diario El Mercurio, en su edición del pasado domingo, es particularmente grave. Refleja la incapacidad de entender por parte del equipo editorial del profundo daño que esa persona hizo como una parte fundamental de la más espantosa maquinaria de guerra y crimen que el ser humano pudiera conocer en el Siglo XX.
Sus efectos se manifiestan hasta hoy. Es de tal entidad, que con sólo ese hecho se niega las responsabilidades del recordado jerarca nazi en la muerte de más de seis millones de judíos y los otros muchos millones que murieron por el horror nazi durante la guerra.
Lo más grave de este caso es que cuando normalizamos la vida de estos personajes y actuamos sin memoria histórica terminamos por repetir los hechos, tarde o temprano. Este es un tiempo donde a nivel global se cuestiona la ciencia y la evidencia. Estamos en días donde el valor de los hechos y la verdad están relativizados en función de intereses políticos o económicos. En el marco de una avalancha de noticias falsas, reescribir la historia de Chile y del mundo, además de una crisis de confianza agudizada, representa las peores prácticas esperables en una democracia.
Cabe preguntarse qué tenía en mente quien tomó la decisión de publicarla. Sin embargo, más grave aún, como pasó por la aprobación de todos los filtros que existen en una edición dominical que es siempre preparada con más esmero y que tiene una circulación mucho más alta que el resto de la semana. Podríamos pensar que es una simple negligencia por parte de un equipo profesional. Si es así, los estándares de publicaciones son tan bajos que no podemos siquiera seguir tomando en serio al matutino.
Pero, por el contrario, si esto es algo más profundo y pasó todos los filtros esperables para la edición, esto es un mensaje dirigido a alguien para que considere el ejemplo de Göring para su accionar casi un siglo después. Es más, sin ser muy mal pensado, alguien podría considerar que la exaltación de este personaje y otros de la misma calaña con los que interactúa en las fotografías, es una llamada a la acción para algún grupo local con extrañas motivaciones.
En cualquier caso, la acción del diario El Mercurio merece el máximo de los reproches y exige una investigación más de fondo.
Es evidente que, en cualquier país democrático del mundo, dos planas dedicadas a un personaje así constituyen un agravio que acarrea las máximas sanciones. La forma en que el reportaje se refiere al dictador Adolf Hitler como el Führer también es a lo menos una señal de frivolidad, pero la verdad pareciese ser algo un poco más profundo. En este sentido, cabe preguntarse qué agenda, qué interés puede tener un medio de este nivel y prestigio para involucrarse en algo tan deleznable, que por lo demás recoge la condena casi unánime de la sociedad chilena.
Cuesta entenderlo, a menos que alguien con mucho poder haya querido por esta vía mandar un mensaje sobre el tipo de gobernanza que quiere para el futuro. De verdad cuesta también creer algo así, pero este reportaje desafía todos los límites que como sociedad chilena nos hemos dado frente a la inhumanidad que tuvo el régimen nazi para Europa y el mundo. La reacción de la Comunidad Judía de Chile fue más que comprensible. La declaración de la embajada alemana es un ejemplo de como dicho país enfrenta su pasado y puede estar orgulloso de su presente.
Chile tuvo su cuota de dolor en las atroces violaciones a los derechos humanos en Chile en los años '70y '80. A pesar de esto, ni siquiera me atrevo a comparar las dimensiones de ambas tragedias. Quizás si por lo mismo podemos ser más empáticos con aquellos que sufrieron la Segunda Guerra Mundial. Algunos siguen vivos y están sus descendientes que son parte de la vida nacional. La comunidad judía chilena tiene entre sus miembros a muchos que vivieron el horror del Holocausto. Otros connacionales son descendientes directos de las Fuerzas Armadas que tuvieron que lidiar con la dictadura nazi.
Por lo tanto, peor aún, si esto simplemente fue una chambonada se deben aplicar todas las sanciones internas y las que dispone la ley para quienes están involucrados. Si esto fue algo más, pues ¡exigimos la verdad ahora mismo! Nuestra solidaridad con todos los que justamente se sienten afectados.
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