Decisión

Es muy difícil referirse a un sicario sin preguntarse primero qué pasó en su vida para convertirse en un asesino a sueldo. Un monstruo sin sentimientos, sin discernimiento, sin un ápice de compasión. A eso llega luego de haber pasado por una escuela con un cultivado currículo de desafección, violencia, marginalidad y deshumanización extrema.

Han debido esforzarse mucho para que desde la inocencia y la ternura de un niño se logre una performance tan horrible y demoniaca. Lo que digo no es teoría, lo he escuchado en quienes me han relatado sin rodeos su itinerario de sufrimientos y maltratos sin cuento.

Estos seres, creados mostrum y que presentan desviaciones notables respecto a su especie, jamás justificados, aunque comprendidos, existirán mientras la aguja social se mantenga en la dirección actual.

Alberto Carlos Mejías Hernández, presunto sicario del "rey de Meiggs", podría ser otra más de las víctimas de ese fino tejido social egoísta y putrefacto, que como siempre se vuelve contra nosotros, a modo de venganza, muchas veces más terrible y perverso. ¿De quién depende terminar esto?

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