Viajar "del campo a la ciudad" en la Región Metropolitana

Juan Irarrázaval
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En general, Chile ha avanzado bastante en infraestructura vial, pero no cabe duda que para las comunas rurales eso no basta. Para muchos chilenos de poco y nada sirven las grandes carreteras si no tienen un transporte público a la altura, eficiente y digno.

Existen grandes vicisitudes para movilizarse desde la ruralidad metropolitana, por ejemplo, hacia los grandes polos comerciales, donde se concentran los trabajos como el centro mismo de Santiago. Para llegar ahí o a otros lugares tan céntricos, o bien conectados como Ñuñoa o Recoleta, una persona desde Talagante, Paine o Melipilla puede demorar más de dos horas y media, sólo de ida.

Esto atenta gravemente con la calidad de vida de este trabajador y el tiempo que le puede dedicar a su familia, y a hacer otras actividades que no estén relacionadas al trabajo, como deporte, entretención u ocio. ¿Qué calidad de vida puede tener una persona que pasa cinco o más horas sólo en el transporte para llegar a su trabajo, sin contar la jornada de nueve horas sumando 14 en total?

Además, los buses rurales en la Región Metropolitana no están regulados como debieran, y funcionan casi en la lógica del lejano oeste. Baja frecuencia, malos servicios y, después de la pandemia, malas coberturas, sobretodo en sectores rurales más aislados. Esto, más los aprietos económicos que vivimos, a veces impulsa a muchos usuarios a no pagar el pasaje completo, lo que los deja desprotegidos en caso de un accidente de tránsito frente a los gastos hospitalarios que se podrían cubrir con el Seguro Obligatorio de Accidentes Personales (SOAP), que tiene que contar cada vehículo que circula legalmente en la calle, tanto autos particulares como transporte público.

Buscando una solución, los fondos espejo de compensación de lo que era el Transantiago (actualmente llamado RED) debieran ser un punto de partida para un subsidio al sistema de transporte público rural e interurbano o interprovincial. Hoy esos dineros se usan en muchas otras cosas, muy buenas algunas, pero que no tienen que ver con el sistema y urge tomar cartas en el asunto, con medidas que -por ejemplo- logren una integración en las tarifas entre RED, que funciona mayoritariamente en la provincia de Santiago, con las micros interprovinciales, permitiendo que una persona en Peñaflor pueda llegar con su tarjeta BIP a su pega en Las Condes o Lampa, como sucede con el tren por ejemplo, que ha significado un gran avance.

No podemos tener pasajeros de primera y segunda clase en la RM, ni en ningún lugar de Chile, por supuesto (aunque claramente, y en el mismo sentido, lo que se vive en regiones da para varias columnas de opinión y reportajes), por lo que es necesario que el próximo gobierno instale en sus prioridades el transporte, lo que coincide con que este año vence la ley de subsidio transitorio que financia el 60% de los gastos de este sistema de movilización, que claramente se ha visto mermado por la pandemia en cantidad de pasajeros y aumento de la evasión.

Será urgente tener un debate con todos los actores involucrados para conseguir las soluciones que necesitan las personas que viven en todas las zonas rurales.

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