Campamentos, vivienda y hábitat: una realidad que exige actualizaciones

A raíz de los informes recientes sobre el aumento de campamentos, el déficit habitacional y los cuestionamientos a la política habitacional vigente, es necesario detenerse a pensar con mayor profundidad cómo estamos enfrentando este problema en Chile.

El crecimiento de los campamentos refleja una realidad compleja que no se resuelve con una única fórmula. Las condiciones son diversas, con asentamientos en zonas de riesgo, en terrenos en disputa o en áreas de expansión urbana. Esta heterogeneidad exige una estrategia más amplia que no se limite a los campamentos, sino que forme parte de una política integral de vivienda, ciudad y territorio.

Uno de los puntos clave es el suelo. La sola disponibilidad es insuficiente, también importa dónde está, cómo se gestiona, en qué condiciones se encuentra y qué tipo de desarrollo permite. En muchos casos existen disputas por la propiedad, riesgos territoriales y presiones por el uso urbano. Resulta necesario dejar de pensar solo en construir en los márgenes sin considerar el impacto en las zonas de borde urbano rural, y avanzar hacia procesos de regeneración urbana que aprovechen infraestructura existente, habiliten nuevos espacios habitacionales, reparen territorios deteriorados de ciudades y, además, consideren formas diversas de habitar. Esto implica mantener, recuperar y gestionar de manera sostenible el hábitat residencial durante todo su ciclo de vida.

Centrar el problema de los campamentos en Chile únicamente en el déficit habitacional resulta insuficiente, ya que su complejidad va más allá de las viviendas que faltan. Una mirada actual del habitar implica comprender las necesidades habitacionales reales del país. Los datos del Censo muestran transformaciones importantes en términos demográficos: hogares más pequeños, estructuras de hogares diversas, además de una población que envejece. Esto exige políticas que respondan a esa diversidad y que garanticen el acceso a una vivienda adecuada y adaptable, más allá de la propiedad, incorporando opciones como el arriendo, las cooperativas, las viviendas compartidas o co-residencias. Del mismo modo, los problemas del habitar en campamentos van más allá de la vivienda, y requieren enfoques multidimensionales para abordar diversas carencias de quienes los habitan.

Otro elemento clave para analizar el auge en el número de campamentos implica enfrentar el encarecimiento de la vida en las ciudades, que limita no solo el acceso a la vivienda, sino también a servicios, empleo y cuidados. Las familias allegadas, que hoy representan la mayor parte del déficit, siguen siendo invisibilizadas. Resulta urgente revisar el estado de las viviendas existentes, considerar su rehabilitación, ampliación o adecuación, y ampliar el abanico de soluciones, tanto en propiedad como en otros formatos, sin seguir expandiendo la ciudad sin planificación.

Este es uno de los desafíos que estamos abordando desde el Consejo Nacional de Desarrollo Territorial en el proceso de actualización de la Política Nacional de Desarrollo Urbano. Nos interesa que esta revisión aborde las transformaciones que vive el país y contribuya concretamente a mejorar las formas de habitar en nuestros distintos territorios, reconociendo que los campamentos evidencian carencias importantes en la manera en que hemos planificado nuestras ciudades. Una mirada territorial al quehacer urbano implica superar las lógicas de fragmentación y expansión urbana, y mejorar nuestras formas de hacer ciudad, considerando los desafíos ambientales, sociales y económicos que provocan crisis agudas en nuestra sociedad.

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