¿Quiénes son los "parásitos"…?

Imitando los habituales insultos de Javier Milei en Argentina, sus seguidores chilenos intentan descalificar a sus competidores tildándoles de "parásitos", misma palabra que acostumbraba usar Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda de Hitler. Para "contextualizar" sus dichos, en Chile, han agregado un término favorito de sus líderes transandinos: la "casta". En esta imitación los encabeza su propio aspirante presidencial, J.A. Kast, intentando ser "duro" ante un sector de la sociedad desencantado con el proceso político de los últimos periodos de gobierno y que acoge los insultos y ofensas con gran simpatía.

Hay gente sencilla que aplaude las injurias porque no ve en la acción política efectividad en la solución a sus demandas y ya no les importa que la política se envilezca y, a la postre, se vuelva estéril, "tengo que trabajar igual" es lo que dicen cuando se les entrega un volante en una feria. Después, cuando sus derechos sociales y sus libertades son atropellados y pisoteados ya es demasiado tarde.

Sin embargo, sus autores "ideológicos", los dirigentes de ultraderecha que incitan en la sombra estas afirmaciones fomentando la aversión a la política, lo dicen queriendo hacer de los insultos un recurso permanente de su labor propagandística. Pretenden hacer imposible el debate de ideas y, en consecuencia, imponerse por las descalificaciones a quienes piensan distinto.

Como ocurre tantas veces, estas personas tienen "tejado de vidrio", se distinguen por la inconsecuencia y la incoherencia, en especial, el líder, J.A. Kast, es un miembro reconocido de la "casta", dirigente histórico del partido defensor del stato quo, la UDI, donde fue secretario general, concejal y diputado por 4 períodos de la misma organización, después impulsor y fundador del Partido Republicano, es decir, su vida ha estado dedicada totalmente a los propósitos políticos más característicos de la "casta" que dice repudiar.

Además, las listas parlamentarias de sus partidos están atiborradas de parientes cercanos y lejanos. Y, al estar en el gobierno, los conflictos de interés por los parentescos han sido infinitos. Una tenaz oligarquía de la que provienen o a la que se han incorporado los rostros políticos de ultraderecha que fue persistente en tejer una red impenetrable de influencias para proteger, entre otras cosas, vergonzosas conductas de los "parásitos" que son sus cercanos. Por eso, retórica tiene pies de barro.

Ahora bien, lo más preocupante es el desconocimiento de la dignidad humana que se produce, inevitablemente, cuando se trata de "parásitos" a muchos miles de personas. En Chile, lamentablemente, ya tuvimos una amarga experiencia, ocurrió bajo la dictadura, cuando el autodesignado almirante Merino trataba de "humanoides" a decenas de miles de militantes de los partidos de la izquierda chilena, implacablemente, perseguidos por las fuerzas represivas.

De esa manera, lo que comienza como un insulto ocasional pasa a ser una injuria permanente que llega al atroz asesinato de los adversarios políticos como fuera, entre otros crímenes aberrantes, el triple degollamiento de tres profesionales del Partido Comunista, en marzo-abril de 1985. Al negar la condición humana de los perseguidos los esbirros se sienten autorizados para cometer cualquier crimen y hacerlos desaparecer.

El fascismo hitleriano fue un productor sistemático de estas prácticas que deshumanizaban a los opositores y al conjunto de los demócratas. Una vez destruida su condición humana a través de la propaganda quedaban a merced de la organización criminal entronizada en el Estado. Ese fue mi el mismo propósito que tuvo la dictadura chilena.

Pero hoy no hay espacio histórico para un nuevo Pinochet en Chile. El país no lo aceptará. Los que se atrevan a intentarlo cometerán un error garrafal. En los uniformados estarán los primeros que van a repudiar que, nuevamente, se trate de arrastrarlos a crímenes atroces mientras los instigadores civiles eludan completamente sus responsabilidades. En el caso que Kast piense ganar las elecciones y luego gobernar como dictador, como otros tiranos inicialmente electos en América Latina, debe saber desde ahora que los perseguidos de ayer y Chile entero no aceptarán abusos, atropellos, crímenes o cualquier tipo de barbaridad que sus nostálgicos acompañantes de la dictadura estén pensando realizar.

Chile ya sabe lo que fue una dictadura y no transitará nuevamente por ese camino. La violación de los derechos humanos y el terrorismo de Estado fueron la expresión de una opresión intolerable. La libertad que tanto costó recuperar no volverá a ser mancillada.

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