Gobernar implica conducir, colaborar y reconstruir confianzas. Quienes han ganado la elección presidencial están llamados a ejercer el poder con sentido de la realidad y humildad. El respaldo ciudadano no es un cheque en blanco, sino un mandato condicionado al respeto institucional, a la inclusión de las minorías y a la capacidad de convocar más allá de las propias filas. Gobernar exige templanza y la convicción de que el país es siempre amplio y diverso.
Para quienes han perdido, el desafío es igualmente profundo. La derrota interpela a una reflexión honesta, a la autocrítica y a la revisión de convicciones, estilos y prioridades. Persistir en la negación o en la confrontación estéril, debilita a la democracia y posterga las respuestas que la ciudadanía espera. La oposición responsable no abdica de sus principios, pero los ejerce con altura, contribuyendo al debate público y al bien común.
Más allá de ganadores y perdedores, existe una obligación compartida: construir activamente un clima de respeto, entendimiento y diálogo que haga posibles los acuerdos. Chile enfrenta desafíos complejos que no admiten soluciones simples ni imposiciones unilaterales. La salud es uno de ellos.
En los últimos años, el debate sanitario se ha concentrado casi exclusivamente en el financiamiento y en las isapre, con reformas aún pendientes orientadas a terminar con discriminaciones y a fortalecer instituciones clave del sistema. Ese debate, siendo relevante, resulta insuficiente. El país requiere abordar transformaciones estructurales largamente postergadas: mejorar la eficiencia y la gestión del sistema hospitalario público y del modelo privado; fortalecer la prevención y la promoción de la salud, haciendo de la Atención Primaria su columna vertebral; y avanzar en una acción intersectorial que enfrente las causas sociales de la enfermedad, promueva un envejecimiento saludable y consolide políticas integrales de cuidado.
Persisten rigideces en el sector público y distorsiones en el privado que, aunque distintas, convergen en un mismo resultado preocupante: más gasto y no necesariamente más salud. Mantener el statu quo ya no es una opción responsable.
Chile necesita acuerdos amplios, visión de largo plazo y valentía política para asumir cambios difíciles. Diseñar e implementar políticas de Estado, especialmente en salud, exige generosidad y cooperación transversal. La ciudadanía espera liderazgos capaces de mirar más allá de la coyuntura y de anteponer el bienestar de las personas al cálculo político. Es tiempo de cuidar la democracia, al mismo tiempo que la salud y el futuro del país.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado