En julio del presente año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que el aspartamo, un edulcorante muy utilizado en productos llamados de dieta, "podría" ser un carcinógeno para los seres humanos. La evidencia de esto es bastante limitada, pero ante la sospecha es mejor tomar las medidas, por lo cual ha sido clasificado como un posible causante(1). Si bien en términos de la probabilidad que se asocia a cáncer el consumo no es claro, existe un cumulo de evidencias que asocian el uso de este compuesto a otros problemas, como la acumulación de grasa visceral, la cual podría significar un factor de riesgo en enfermedades cardiovasculares(2).
La evaluación de riesgos frente a nuevos compuestos utilizados en nuestra vida diaria debe ser evaluada en detalle y más aún en el tiempo, donde la exposición crónica puede tener efectos diferentes de la exposición aguda. También debe ser evaluado en diversos escenarios, jóvenes, viejos, mujeres, embarazos, dado que existe historia de compuestos que inicialmente se clasificaron como inocuos, pero han presentado efectos secundarios gravísimos bajos condiciones no evaluadas, como lo que ocurrió con la Talidomida.
Esta droga utilizada como sedante y antivomitivo resultaba inocua en adultos, pero tenía actividades teratógenos, que solo se llegó a descubrir cuando se asoció al nacimiento de niños con malformaciones en las extremidades. Demás está decir que, gracias a las contraindicaciones, este fármaco se retiró del mercado para su uso inicial y en la actualidad se evalúa su uso restringido para otras enfermedades(3).
Pese a que en rigor deberíamos actuar de forma similar frente a cualquier producto que genere o pudiese generar impacto en la salud en la población, no siempre ocurre de esta forma, siendo el alcohol y el tabaco los mejores ejemplos. Los efectos negativos asociados al hábito de fumar eran conocidos por la industria del tabaco desde mediado del siglo pasado. En nuestro país que posee un alto nivel de tabaquismo, solo en este siglo se comenzaron a implementar medidas de salud públicas, las cuales incluyen normativas que buscan desincentivar el hábito de fumar(4).
La tardanza de estas medidas, considerando que ya desde 1950 se sabe que fumar genera cáncer(5), tiene que ver con el poder económico y la gran capacidad de lobby de la industria tabacalera, además de su política de blanqueamiento de imagen en los medios de comunicación. Pese a que en la actualidad se sabe que 9 de cada 10 canceres de pulmón(6) y que del total de muestres reportadas al año 2019 el 19% corresponde a consecuencias derivadas del hábito de fumar tabaco(7)(8), los niveles de tabaquismo siguen siendo alarmantes. El otro problema ligado a este hábito es que sus desechos resultan tóxicos para la población no fumadora. La exposición de humo de segunda mano -o fumador pasivo- genera problemas de salud, entre los que se puede incluir la generación del síndrome de muerte súbita en infantes(9). ¿Alguien podría estar a favor de volver a mantener la libertad de fumar en buses, escuelas, hospitales como se hacía antes?
La falta de objetividad o presentación orientada de los hechos es bastante común, y, en parte, ha sido la causa del blanqueamiento de los efectos dañinos del tabaco en la salud. Ocurre en todo ámbito de cosas, cuando la prensa no es libre y tiene arraigo en líneas editoriales no independientes. Sin ir más lejos, un ejemplo de esto se observa en el tratamiento de la prensa respecto al conflicto en Medio Oriente. Grandes conglomerados de comunicación buscan mostrar que la ofensiva militar realizada por Israel para exterminar la guerrilla de Hamas es válida, tratando de blanquear una política que a todas luces es una respuesta sobre exagerada y genocida. En este conflicto, los conglomerados usan la imparcialidad para generar empatía, personalizando a los israelitas asesinados, mientras que los 10 mil palestinos asesinados, donde el 70% son niños y mujeres, son solo estadísticas(10).
Guardando las proporciones, en estas semanas viviremos un bombardeo comunicacional de línea editorial conservadora por el próximo plebiscito constitucional, tal como ocurrió con la tergiversación realizada en la entrevista a Karol Cariola por El Mercurio. Algo que no es nuevo considerando el papel del diario en la desinformación asociada a dictadura y en la desestabilización del gobierno de Allende(11)(12). Desafortunadamente, este tipo de línea editorial conservadora buscará blanquear un texto constitucional que consolida un modelo de segregación y peor aún, sientan la base para leyes que podrían impactar en un futuro cercano a gran parte de la población de forma negativa. En resumen, literalmente sería el abono para el germen de un nuevo estallido.
Por cierto, que es un deber declararse en contra del consumo de productos dañinos como el tabaco. Porque a todas luces cuando un producto es malo y proviene de visiones fanatizadas, aunque lo vistan de seda, jamás será bueno ni menos que nos una.
(1) Se publican los resultados de la evaluación del riesgo y la peligrosidad del aspartamo
(2) Long-term aspartame and saccharin intakes are related to greater volumes of visceral, intermuscular, and subcutaneous adipose tissue: the CARDIA study
(3) Talidomida
(4) Smoking
(5) TABACO Y CÁNCER. UNA BREVE HISTORIA DE SU ASOCIACIÓN
(6) El tabaquismo y el cáncer
(7) Smoking
(8) Spatial, temporal, and demographic patterns in prevalence of smoking tobacco use and attributable disease burden in 204 countries and territories, 1990–2019: a systematic analysis from the Global Burden of Disease Study 2019
(9) Health Problems Caused by Secondhand Smoke
(10) Israeli–Palestinian conflict
(11) El Diario de Agustín
(12) El Mercurio miente
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