Estamos en el siglo 21 en cuyo proceso de cambio, las redes sociales son sin lugar a duda uno de los aspectos que más llama la atención.
Es innegable, que incluso para las más antiguas generaciones, el aporte de estas nuevas redes es de alta importancia, ver a los adultos mayores hoy leyendo los diferentes portales en internet, no es cosa extraña, o utilizando muchos de los servicios que a través de ellas se pueden obtener, como comunicarse con un familiar, hacer una transferencia, comprar un pasaje de avión o incluso de bus interprovincial. Todo lo anterior con mayor acceso y menores costos.
Varios de los organismos mundiales preocupados por el desarrollo han aportado al análisis de este nuevo actor de la economía mundial. La Comisión Europea de Sociedad de la Información ha declarado la importancia de este medio para aportar de manera económica de nuevas oportunidades para las personas y empresas.
Tanto así es la situación, que hoy las principales empresas del rubro están valoradas en cifras siderales; por ejemplo, Facebook tiene un valor económico de más de 100.000 millones de dólares y más de 1.000 millones de usuarios. En el caso de Twitter tiene una capitalización bursátil de más de 25.000 millones de dólares con más de 230 millones de usuarios. Naturalmente detrás de cada una de estas aplicaciones hay un negocio justo, ya sea publicitario o transaccional, que bien administrado, es absolutamente razonable que exista.
Un ejemplo muy reciente de estas nuevas realidades sociales y de redes, corresponde a la evaluación que debió realizar el gobierno respecto a las redes de transporte privado como Uber y otros equivalentes, lo que tiene muy dividida a la población usuaria y proveedora de los servicios tradicionales de taxi.
El mundo cambió, pero al parecer aún existen autoridades, usuarios y proveedores que no quieren entender este necesario proceso.
Este cambio puede ser doloroso para algunos y beneficioso para otros, pero es deber de la autoridad considerar el bien común.
Se hace necesario entonces una serie de requerimientos para que una política pública pueda visualizar y analizar estos nuevos modelos de negocios digitales que ya existen en muchas áreas; tomar decisiones apresuradas sin los necesarios análisis puede traer mayores problemas.
Pienso, por lo tanto, que todos aquellos que están ligados a una decisión de política social deben tener presente.
La búsqueda del bien social, claramente definido e identificado para cada caso.
Desarrollar una mirada de 360° respecto al bien social que se busca: puede ser con modelos integrales y profesionales que completen esa necesaria mirada holística, entendiendo sus efectos, considerando virtudes y deficiencias.
Profundizar en la búsqueda de soluciones a los problemas sociales, teniendo siempre presente la nueva tecnología, de no ser así, puede incurrirse en muy altos costos o menores tasa de cobertura para la solución de las dificultades existentes.
Constante cuantificación de la propuesta, con sus costos y beneficios.
Y la necesaria voluntad legislativa para que cada iniciativa de política pública cuente con indicadores claros, incluso incorporados en la normativa que lo apruebe, para su continua evaluación.
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