Fieles al llamado unitario que hicimos por un nuevo pacto social para enfrentar las injusticias y desigualdades de nuestro país, varios alcaldes hemos participado de la constitución de comandos a favor del Apruebo para el plebiscito del 26A.
Esta semana fue el turno de Renca, donde se creó RencAprueba, una coordinación de vecinas, vecinos, organizaciones y partidos políticos que abogan por una Nueva Constitución. Nuestro objetivo es preparar una campaña de alegría y esperanza, que convoque a la ciudadanía y explique cómo la demanda por un Chile digno y justo requiere de una nueva Carta Fundamental.
Lamentablemente, a nivel nacional predomina un espíritu contrario. Los principales líderes de la derecha optaron una vez más por el miedo para convencer a sus huestes de votar rechazo, insistiendo en lo que hasta ahora parece ser su único mensaje de campaña eficaz: “viene Chilezuela”.
A su vez, algunos promotores del apruebo, que debiesen sospechar de la amplia cobertura mediática de la que gozan, encontraron su propio fantasma en la idea de que rechazar significa un “estallido 2.0”. Su hipótesis es que el apruebo sería la única opción para evitar el recrudecimiento de la violencia callejera.
Se trata de dos consignas mediocres que suenan como amenazas de abandono del barco por parte de quienes las enarbolan. Olvidan que, sin importar el resultado, quienes ejercemos cargos de liderazgo político tendremos que velar porque el mandato popular se traduzca en bienestar, paz social y progreso para Chile.
Con todo, el desafío es mayor para quienes estamos por aprobar una nueva Constitución. Nuestra misión es convencer a las y los millones de chilenos que se identifican con el movimiento de octubre de que una nueva Carta Fundamental es un camino indispensable para que la tan anhelada dignidad se haga costumbre.
En Renca hemos visto que los movilizados de estos meses no superan al 30% de los habilitados para votar en abril, pese a que quienes apoyan al movimiento superan el 85%. Ese 55%, pasivo pero ilusionado con la posibilidad de cambios profundos, representa una contundente mayoría social a quienes debemos proponerle un camino, antes que desvivirnos en arengas a la tropa de los convencidos.
El ejemplo de la “campaña del NO” es ilustrativo. Su contribución más valiosa fue entender que lo medular no era la difusión de los horrores y fracasos de la dictadura, sino invitar a una democracia que era sinónimo de alegría.
La tarea de hacer una constitución en democracia es inédita en la historia de Chile. Las campañas del terror pueden ganar en abril, pero en el largo plazo nos llevarán a todos a una derrota, sea cual sea la opción que resulte ganadora. El verdadero triunfo pasa por entusiasmar a las chilenas y chilenos con el sueño de un país compartido, conversando en las calles, paraderos, plazas y hogares de un nuevo Chile que nace, una vez más, “sin miedo y sin violencia”.
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