Sería importante saber cuántos de los que atentaron contra la estatua del general Baquedano saben lo que hizo y por qué del lugar que ocupa en la historia del país. Tal vez nos llevaríamos una gran sorpresa. Creo que lo desconocen completamente y con ellos la inmensa mayoría de nuestros conciudadanos.
Grandes hombres y mujeres nos dieron identidad, nuestros fundadores, que supieron imprimir valores, principios, moralidad, ética y fe, hasta derramar incluso su propia sangre.
La forja de una imagen de hierro y cemento que se destruye, no borra la historia de los países. Lo que sí lo hace es el silencio y la incapacidad de transmitir a las generaciones futuras lo que ellos fueron, con objetividad y sin sesgos. Aún más grave todavía, cuando -por pasiones irracionales y desbordadas- se tiñe de subjetividad que la enloda y vulgariza.
Para quienes sabemos lo que fueron, sus monumentos seguirán estando en todos lados, guiando -como estrella luminosa- nuestro caminar. Más aún, ahora, cuando se ha cernido la oscuridad sobre nuestra patria.
Parafraseando la voz señera del Calvario me atrevo a decir: "Perdónenlos porque no saben lo que hacen".
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