En Chile existe una crisis de representatividad que fácilmente podría traspasarse a la futura Convención Constituyente. Es por ello que se hace necesario instalar mecanismos participativos que permitan hacer frente a la crisis de desconfianza que hoy enfrentan nuestras instituciones políticas.
Según IDEA, la participación en procesos constituyentes se ha convertido en un elemento esencial para su funcionamiento, otorgando legitimidad, gobernanza y empoderamiento a la ciudadanía. Esto resulta especialmente importante para nuestro proceso, en particular si la conformación de nuestra Convención Constituyente termina siendo similar a la de nuestro Congreso.
Tenemos la oportunidad de prevenir este escenario, y construir confianza pública en torno a la Convención y su trabajo. Por eso, la colaboración ciudadana es clave.
De esta forma, la participación sirve al proceso constituyente para la formación de opinión pública y educación cívica.
Además, permitirá aumentar los niveles de conocimiento sobre cuestiones constitucionales y mantener viva una discusión política de largo aliento que reordenará el mapa político en las próximas décadas.
Permitirá además, socializar la convención constituyente porque tenemos la oportunidad de levantar demandas constitucionales que están fuera de las discusiones políticas tradicionales.
¿Cómo? A través de mecanismos que sistematicen el proceso participativo. De esta manera, habrá ideas que podrán ser analizadas y discutidas en la Convención Constitucional.
Si bien existen ejemplos en CDMX (2017), Brasil (1988), Islandia (2011) e Irlanda (2016) donde hubo instancias que garantizaban a la ciudadanía ser tenidas en cuenta para su discusión, considerándose las peticiones más frecuentes por los participantes (CDMX) o resolviendo nudos políticos como aborto, equidad de género o uso de referéndums (Irlanda).
También en Chile hemos tenido experiencias que pueden ser recogidas y mejoradas como el proyecto #NuestraConstitución, una Constitución para Chile y los Encuentros Auto-Convocados, entre otras.
No hay duda que hemos demostrado altos niveles de interés en cada proceso que se ha iniciado en los últimos años.
En tercer lugar, la participación permitiría que los representantes pudieran rendir cuenta y ser responsables políticamente, porque no sólo permitiría un flujo de contenidos desde participantes a representantes, sino también establecer mecanismos de responsabilidad política del representante con los participantes. Lo anterior, podría ejecutarse - por ejemplo - mediante semanas de cabildos distritales que permitan al constituyente dar cuenta sobre su actuar en la convención constituyente, escuchando a la ciudadanía.
En definitiva, una Convención Constituyente debería alimentarse de insumos de bastos sectores de la sociedad que participen en la deliberación constitucional.
Esto entregaría no sólo nuevos contenidos sino además legitimidad en su actuar. Junto con ello, permitiría ser un garante para hacer valer la responsabilidad política y rendición de cuenta de los constituyentes frente a su electorado, evitando que la Convención termine siendo otro organo representativo en quien la ciudadanía no confía.
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