De cómo un tordito de Quilpué, Chile, logró convertirse en el ruiseñor de la Alemania en los años 30 nos habla la obra sobre la vida de Rosita Serrano, la cantante chilena reina del entertainment business germano, un abrasador romance de juventud que la marcó para siempre.
"Auge y caída del Ruiseñor: la historia de Rosita Serrano" es un logro del Colectivo Mákina Dos, y está escrita por Amalá Saint-Pierre y Francisco Paco López. Dirigida por Pato Pimienta y con la portentosa actuación protagónica de Silvanna Gajardo, nos entrega el desarrollo de un elenco sólido, flexible, ágil, creativo y a la altura del personaje principal, donde destacan las actuaciones de Orlando Alfaro, Amalá y Paco López.
Es una propuesta exigente, pues no sólo narra la extravagante odisea de la diva, también requiere formatos y agudos requerimientos actorales. Hay comedia musical, canto profesional, mucho humor, tragedia, interacciones con el público, elementos audiovisuales y mucho vestuario en múltiples caracterizaciones para cada intérprete.
El repertorio más famoso de la cantante y actriz de la Alemania de los 30 y 40 está muy presente gracias a la gran voz de la protagonista, quien ya había destacado en "La Pérgola de las Flores", estrenada en GAM en octubre de 2019 (cómo olvidar la fecha). En esa joya de la comedia musical chilena, Gajardo ya pedía un rol como éste, donde brilla. Sus dotes para la comedia, técnica depurada en el canto y despliegue corporal, están al servicio de la biografía de esta chilena que hizo historia en la música y cine alemán del temprano siglo XX.
Podemos asistir a los provincianos inicios de esta hija de la soprano chilena Sofía del Campo, otra conquistadora que partió tras su sueño al mismo país y triunfó en el repertorio clásico. Pronto, las luces y el tablado muestran a Rosita en su audacia y ambición para irrumpir en la escena musical de radios, teatros y cines alemanes, mientras los nazis ya habían tomado control de la vida y la glamorosa bohemia de Berlín.
La actuación de Silvanna Gallardo nos hace sentir la deslumbrante presencia de ese metro 80 de estatura y ojos verdes que era Rosita, dueña de un registro de voz completo, un canto irresistible para las fantasías y sueños de los hombres alemanes. También para sus admiradoras, quienes no podían creer cómo una fémina lograba ese estrellato, en medio de un régimen totalitario cuyo modelo bávaro conservador para las mujeres era casi previo a los romanos. Serrano, en su audacia sedujo, fumó en público, condujo el mismo y exclusivo Mercedes que tenía Hitler, se enfiestó y cautivó con su perfecto glamour, mezcla de Marlene Dietrich y Sofía Loren.
El teatro de Mákina Dos logra muy bien este rescate documental. Apreciamos el esfuerzo por explicarnos la insospechada grandeza de una artista subvalorada y olvidada por juicios y pre juicios ideológicos, pues su éxito fue en una Alemania nazi donde tuvo un reinado absoluto como premio por "entretener al pueblo".
"Mientras yo cantaba para Hitler y Goebbels, salvé a muchos perseguidos judíos", le dijo a su sobrina -la famosa cantante nacional Isabel Aldunate- cuando la niña le preguntó a su legendaria tía sobre la leyenda negra. Para los autores, la rebelde Serrano jamás accedió a firmar el certificado ario (carnet nazi) y siempre manifestó a los flashes su aversión por la política, quizá como fachada para actividades clandestinas.
Su portentoso contrato con Telefunken la llevó a grabar 81 temas, en Alemania y Suecia. Entre 1938 y 1941 realizó papeles de cantante para seis exitosas películas alemanas de la Universum Film AG UFA. Hay una carrera antes y después de la guerra y la función nos muestra cómo de favorita pasó de pronto a ser enemiga del Reich, debido a sospechosos conciertos en Suecia y la amistad con el Rey Gustavo.
La prestigiosa actriz y cantante chilena Carmen Barros era hija del embajador chileno en esa Alemania. Su tele actuación-testimonio le entrega un peso enorme a la puesta en escena. "¿Valieron la pena 7 años de fama en la Alemania de Hitler, para vivir luego 50 de desventuras cargando prejuicios, sin reconocimiento alguno de su país natal?" Nos dice Carmen, desde sus 90 años, mientras advierte cómo el teatro es magia, juego y ficción.
Y también es siempre reflexión cómo una gema puede brillar para luego apagarse, de cómo generaciones doradas logran copas siempre esquivas, de la química inestable entre juventud y poder. Es una producción muy útil para este momento, en un país que entregó las llaves del auto a los nacidos en 1987. Rosita vivió excesos y se bebió toda la gloria, pero luego debió demostrar su nulo vínculo formal con el partido nazi. Vivió la precariedad económica, errando por el mundo y también durante su vejez chilena. Tal vez podría haber hecho las cosas menos extremas, pero hoy todos son generales, antes y después de la guerra.
Rosita a sus 25 años lo quiso todo y conoció al diablo en persona. Chile ambicionó todo, porque no tenía nada para el mundial del '62, luego vino el sitio eriazo. La generación dorada del fútbol brilló, pero no dejo nada en inferiores, sin ir a 2 mundiales claves, pues las estrellas muy fulgurantes resplandecen poco, como Roy en Blade Runner. Arte versus política. Hoy los gremios de actores y músicos están en tiesura con la convención constitucional por el derecho de autor, para la nueva generación en el poder todo lo que huela a lucro debe caer bajo la guillotina.
Otra lección en la vida de la heroína es "no puedes triunfar siempre con la misma canción". Rosita fue abucheada por las generaciones de la post guerra a teatro lleno en Alemania. Los jóvenes revolucionarios de los '60 pagaron con tortura y muerte su utopía. Hoy los millenials en el trono se visten igual y cantan las mismas canciones de sus abuelos de la UP y uno se pregunta si caminan un similar desfiladero. Esperemos que no y posean reflexión histórica respecto al siglo XX.
El poder siempre desea al arte al servicio de su propaganda y la historia de Rosita es similar al film "Mefisto", Oscar de 1981, que narraba la historia del actor condescendiente con los nazis, pues sólo deseaba su sueño de hacer teatro y repetía cómo la política no le interesaba, mientras a su alrededor caían colegas y disidentes.
Malú Gatica, otra diva cantante y actriz chilena del siglo XX, tuvo una breve y destacada performance en Hollywood y murió llena de homenajes en nuestro país. Rosita logró más en Europa y hasta llenó sola el Estadio Olímpico de Berlín, algo imposible para esos años. Ella jugó con fuego, la Gestapo le espió 3 años y lo perdió todo muchas veces.
Este rescate teatral es ideal para esta era terraplanista, de cancelación histórica y tabula rasa. Verán cómo este ruiseñor fue también prisionero. Una reina al servicio de la política de masas para el pueblo alemán, devenido éste en otra ave del cortejo, pues es sabido que cuando "canta la calandria/ y responde el ruiseñor, / los enamorados/ van a servir al amor" (Romance del Prisionero)
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