El amor oscuro de García Lorca llega a la ópera

El estreno mundial en  Madrid de la ópera El público, obra de teatro de Federico García Lorca, ha sido el gran acontecimiento cultural de la temporada y una ocasión para constatar que el escritor andaluz se anticipó a su tiempo.

De El Público se decía que era una obra inacabada, irrepresentable, que el propio Lorca la había rechazado y que además del manuscrito  original o borrador  había escrito  otras dos versiones.

Ficción y realidad se entrecruzan sobre la gestación y andadura de esta pieza que es  considerada hoy como una de las grandes creaciones del surrealismo español.

Lorca escribió la obra durante su viaje a Cuba, en 1930, y según sus propias palabras,  en uno de los momentos más felices  de su vida. A varios amigos les leyó el texto, los que le aconsejaron que no lo representara. Se sabe que poco antes de comenzar la guerra civil confió el manuscrito de El Público a  su íntimo amigo Martínez Nadal, al que le advirtió que todavía faltaba el final y que en cuanto lo tuviera se lo haría llegar.

El asesinato del poeta y dramaturgo por los franquistas, impidió que cumpliera lo prometido. No obstante, los expertos coinciden en que tal como la dejó raya la perfección. Incluso, se atreven  a afirmar que si bien Lorca la hubiera pulido, lo que habría ganado en claridad, El Público habría perdido parte de su contenido turbador y enloquecido.

Cincuenta años tardó El Público en ser representada en un teatro. Una magnífica puesta en escena a cargo del director español Lluis Pasqual, en 1987, la sacó del olvido.

¿Y qué hace a  esta obra inquietante, reprobable, incómoda o desestabilizadora del  orden establecido?

El Público cuenta la historia de un director de teatro, Enrique, casado con una mujer llamada Elena para intentar olvidar su pasado homosexual.  Un ex  amante,Gonzalo,  reaparece y le hace sentir que está engañándose a sí mismo. En clave teatral, Gonzalo insta a Enrique a montar una obra de teatro “bajo la arena”, que hable de verdades aunque resulten escandalosas y que abandone “el teatro al aire libre” que solo interesa como evasión o pasatiempo.  Romeo y Julieta será la pieza elegida para subvertir el orden establecido.

Trama tan a primera vista fácil de comprender se transforma gracias a la genialidad de García Lorca, en un drama surrealista donde entran el juego el absurdo, lo onírico, el Yo, lo ilógico, el juego erótico y  la permanente transformación.

La obra  es definida como la más hermética, la más surrealista, la menos naturalista, la del lenguaje más obsceno y sarcástico de cuantas escribió García Lorca. Y se añade que reivindica la homosexualidad y  denuncia la hipocresía social.

La  representación de la vida, el teatro, es el tobogán por el que García Lorca desliza sus críticas contra los convencionalismos burgueses y  la falsa moral.

A través de un personaje de El Público, García Lorca manifiesta sus principios.

“Si Romeo y Julieta agonizan y mueren para despertar sonriendo cuando cae el telón, mis personajes, en cambio, queman las cortinas y mueren de verdad. Hay que destruir el teatro o al que vive dentro del teatro. Romper todas las puertas es el único medio que tiene el drama para purificarse, viendo con sus propios ojos que la luz es un muro que se disuelve en la más pequeña gota de sangre”.

La versión operística de El Público ha sido fiel al texto de García Lorca y ha sabido transmitir todo lo que tienen de música sus obras.

El compositor español Mauricio Sotelo, quién recibió el encargo del fallecido director del teatro Real de Madrid, Gerard Mortier, para poner música al drama surrealista lorquiano, ha sabido captar en el pentagrama la compleja atmósfera de pasiones imaginada por Lorca.

Los sonidos  atonales se conjugan sin estridencias con las voces de cantaores que bordan diversos palos del  flamenco…soleás, seguiriyas, bulerías y tangos. Nada extraña la inclusión de estas composiciones tratándose de una obra de García Lorca, impulsor con Manuel de Falla del primer Concurso de Cante Jondo, en 1922.Ambos reivindicaban para el flamenco el  mismo trato que recibían otras disciplinas musicales.

Si en 1987 la puesta en escena de El Público fue recibida con entusiasmo por la crítica, la ópera ahora estrenada confirma que con este texto audaz, perturbador, enloquecido, García Lorca fue un visionario, un vanguardista, que obliga a muchas lecturas y que se engrandece según pasen los años.

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