Una de las externalidades positivas de la pandemia que nos aqueja ha sido que muchos, confinados en nuestros hogares, hemos podido dedicarnos de manera conciente a ciertas actividades artísticas, y sea como espectadores y/o como creadores. Y parte importante de este proceso ha sido la puesta en común de nuestras habilidades gracias a las redes sociales.
Hemos visto con agrado a dibujantes, escritores y músicos en un alegre carnaval que ilumina parte de la tragedia. Y esto no solo ha sido patrimonio de aficionados: el Cirque du Soleil, el Metropolitan Opera House y otras instituciones han liberado espectáculos gratuitos en línea, museos como el Louvre y el Rijkmuseum han lanzado visitas virtuales y hace unos días el músico Pedro Aznar hizo un recital desde su casa cuya audiencia fluctuó entre los cincuenta mil y sesenta mil espectadores, evento que repitió y que ha sido replicado por artistas como Fito Páez y Mon Laferte. También la Orquesta Nacional de Francia publicó un bellísimo video con una interpretación resumida del Bolero de Ravel, con cada músico tocando desde su casa. Ejemplos hay muchos.
La pintura nació en las cavernas, el teatro y la música lo hicieron al aire libre. En sus inicios, todos fueron manifestaciones artísticas gratuitas para la comunidad y así fue durante muchos siglos. Arte para el pueblo, arte como servicio público.
De hecho, durante la mayoría de su historia, la cultura fue gratuita y pagar por ella es un fenómeno del último par de centurias.
Hoy, debido a la crisis, estamos retornando a esas raíces, ver pinturas en nuestra cueva y disfrutar de las artes escénicas en este nuevo espacio abierto, esta plaza pública que es la Internet, de manera casi gratuita.
Este fenómeno surgió de manera espontánea, sin órdenes ni decretos, lo que habla de nuestra naturaleza humana. Quizá algunos cuestionen, antes y ahora, que se destine dinero a financiar artistas y proyectos artísticos, pero ha sido esto, el arte, lo que nos distingue como especie.
Si bien la música, el teatro, la pintura, la danza y las demás disciplinas no son la vacuna contra el Covid-19, es el arte lo que nos mantendrá vivos.
No los gastos millonarios en armas ni la especulación financiera. Esta pandemia lo ha demostrado.
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