El pianista innovador

El primer violín es israelí, el chelo solista proviene de Irán; un clarinete es palestino, el fagot es turco. La orquesta se llama West-Eastern Divan Orchestra y está formada íntegramente por jóvenes músicos, mujeres y hombres, de Israel, Palestina y otros países árabes. Fue creada en 1999 y desde entonces recorre el planeta. Hace unos días pasó por Chile, los medios de comunicación dijeron algo, el concierto agotó las entradas, la música fue, como siempre, maravillosa. Sin embargo, lo principal quedó como secundario.

Hace poco, el Secretario General de la ONU nombró a la West-Eastern Divan Orchestra Defensora Mundial para el Entendimiento Cultural de las Naciones Unidas. El 10 de diciembre pasado, Día Internacional de los Derechos Humanos, fue la invitada de honor en la celebración de Ginebra.

La Orquesta ha interpretado a Wagner en Israel (sorteando oposiciones) y realizado giras interpretando las nueve sinfonías de Beethoven. Precisamente, la Novena Sinfonía, la Coral, la que habla de hermandad, paz y alegría, fue tocada en un escenario construido para la ocasión en la frontera entre Corea del Sur y Corea del Norte. En esa oportunidad, el Director de la Orquesta respondió a una pregunta periodística sobre la situación política, diciendo: “no esperen a los políticos, adelántense a ellos”.

El Director es severo - uno de sus hijos es violinista de la Orquesta y da testimonio de su carácter - y al mismo tiempo cariñoso y paternal. Los jóvenes músicos lo miran, siguen sus instrucciones, reconocen sus gestos; lo admiran, aprenden de él, le están especialmente agradecidos.

En 1999, junto al escritor palestino Edward Said, concibieron el proyecto de la West-Eastern Divan Orchestra, con el ambicioso objetivo de unir a jóvenes músicos de Israel, Palestina y otros países árabes. A través de la música se podía hacer algo, dijeron, y salieron adelante con el proyecto que ha estado promoviendo la convivencia pacífica y el diálogo intercultural hace 18 años. Hace unos días se presentaron en Santiago. La mayoría de las chilenas y los chilenos no se enteró, lamentablemente.

El Director es argentino-israelí, estudió piano y dirección desde muy pequeño; ya en su juventud se consagró como uno de los más prodigiosos intérpretes. Es reconocido y aplaudido en todo el mundo y también un admirador de nuestro Claudio Arrau.

Este hombre se llama Daniel Barenboim. Recuerdo ahora la carátula de un disco de acetato, esos de los años 60, que mi padre atesora. Es el quinto concierto para piano, de Beethoven; el intérprete es un jovencísimo Daniel Barenboim que ha llevado la música a lugares donde otros parecen no poder hacer nada.

Barenboim es músico, es de avanzada, es un innovador. Y a propósito de su prestigio global, recuerdo también una declaración reciente del Director: “Cuando la gente habla de globalización, se suele olvidar de que no sólo significa que puedas comer sushi en Berlín o pasta en Budapest. Esto está muy bien, pero no es globalización. Global quiere decir que todo lo que ocurre debiera ser de interés común”.

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