Ganemos el Mundial

Marruecos nos mostró en Chile que el sueño no es imposible: es cuestión de liderazgo, trabajo y visión de país. Propongo que ganemos el Mundial de Fútbol. Sí, ganarlo. No porque sea fácil, sino porque es posible. Un país más pequeño en territorio que Chile, pero con más habitantes y menor ingreso per cápita, nos está mostrando el camino hacia la cima. Marruecos logró una hazaña histórica -y lo hizo aquí, en nuestro país, ante nuestros propios ojos-.

El público chileno sintió una conexión profunda entre ambos pueblos: Marruecos terminó jugando como si fuera local, con las dos rojas en el corazón.

Hablo de lo que vi, de los jugadores que conocí, del camarín que visité, del cuerpo técnico con el que conversé y del entrenador que lideró esa proeza. ¿Y saben qué? Nosotros también podemos hacerlo. Si no entendemos cómo Marruecos alcanzó el éxito con jugadores tan talentosos como los nuestros, jamás podremos lograrlo.

A menudo nos comparamos con los países grandes, cuando lo que deberíamos hacer es compararnos con los grandes ejemplos: con quienes alcanzan resultados extraordinarios partiendo desde muy abajo. En esa victoria hubo corazón, trabajo bien hecho, liderazgo organizacional, talento, perseverancia y humildad, tanto en la cancha como fuera de ella.

Aprendamos de quienes, siendo como nosotros, lo hacen mejor.

El liderazgo detrás del milagro

Nada de esto ocurrió por casualidad. El fútbol marroquí es hoy un ejemplo mundial porque detrás de su éxito hay visión estratégica, inversión sostenida y liderazgo desde el más alto nivel.

El rey Mohammed VI entendió hace más de una década que el deporte podía ser un motor de desarrollo, identidad y orgullo nacional. Bajo su dirección, Marruecos impulsó un proyecto integral que incluyó la creación de la Académie Mohammed VI de Football, en Salé, con el objetivo de formar jóvenes deportistas en un entorno de excelencia deportiva y académica.

No se trató solo de levantar canchas o estadios: fue una política de Estado que combinó educación, tecnología, infraestructura y gestión moderna. Marruecos apostó por la planificación, la formación de entrenadores, árbitros y dirigentes, y una red de instalaciones deportivas de nivel mundial que hoy lo posicionan como potencia africana y global.

El monarca, además, ha sabido reconocer públicamente a sus jugadores y técnicos. Tras la histórica clasificación a semifinales en la Copa del Mundo de Catar 2022 -la mejor actuación de una selección africana en la historia-, el rey Mohammed VI condecoró a los futbolistas, los recibió como símbolos de unidad nacional y reafirmó su compromiso con la juventud como pilar del desarrollo.

Este liderazgo inspirador se refleja también en figuras como Nibet, ejemplo de constancia, disciplina y profesionalismo, que encarna a la nueva generación marroquí nacida de esa apuesta por el talento y el trabajo bien hecho.

Una lección para Chile

En Marruecos, la esperanza se encendió desde las poblaciones sencillas de Casablanca, Tánger, Marrakech, Rabat, Fez, Meknés, Agadir, Oujda, Tetuán, Essaouira y muchas otras ciudades llenas de historia, cultura y pasión. Corrió la voz de que sus hijos podían ser los mejores del mundo. El gobierno, el sector privado y los amantes del fútbol se unieron bajo una misma meta. Y hoy vinieron a Chile a demostrarnos que sí se puede.

Si queremos volver a competir y soñar en grande, debemos mirar más allá del resultado deportivo. El ejemplo marroquí nos enseña que los triunfos se construyen con visión, liderazgo y perseverancia. Chile tiene el talento, la pasión y la historia; solo falta la convicción de transformar el fútbol -y el deporte en general- en una causa nacional, sostenida y estratégica.

La elegancia, la simplicidad y un corazón gigante hecho diplomacia: un vínculo que crece

La embajadora del Reino de Marruecos en Chile, Kenza El Ghali, ha sido una promotora incansable del acercamiento entre ambos países, impulsando el diálogo cultural, la cooperación deportiva y los lazos entre nuestras juventudes.

Su presencia en Chile ha fortalecido una conexión que hoy se expresa también en la cancha: Marruecos y Chile comparten más de lo que imaginamos. Por eso, creo que ha llegado el momento de ir a Marruecos a preguntar cómo lo hicieron.

Porque cuando un país del Sur Global logra desafiar la historia y alcanzar la élite del fútbol mundial, no solo gana un partido: gana la esperanza de todos los que aún creemos que el trabajo, el liderazgo y la unidad pueden cambiar el destino de una nación. Felicitaciones, su majestad, porque el tiempo le dio la razón.

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