El “estallido social” que se generó producto del cansancio de la ciudadanía al percibir que se encuentran insertos en un sistema de pensiones que no beneficia a los trabajadores jubilados de nuestro país, sin duda abre un debate de carácter económico y social que pone en el tapete una serie de planteamientos que han sido pasados por alto durante mucho tiempo.
“Que se aumenten los años de trabajo, que se vuelva al sistema antiguo, que se retire ese dinero, etc.”, han sido sólo algunas de las ideas que he escuchado en torno al tema en cuestión, pero creo que esta controversia llega a revelar las falencias de un sistema que no puede ser aplicado en un país como Chile, esto, considerando que el modelo laboral de nuestro país no se “acomoda” al sistema de pensiones.
Para entrar al debate, es imprescindible considerar que la realidad del mundo del trabajo discrepa mucho de la que había hace 40 años atrás, puesto que antiguamente las personas estaban casi toda su vida en los mismos lugares de trabajo. Hoy, el escenario es totalmente diferente, ya que la mayoría de los jóvenes está en una permanente rotación laboral, lo que genera muchas “lagunas”, o mejor dicho “lagos”, en sus registros.
Esta situación demuestra una de las tantas imperfecciones del actual sistema, pues con el pasar del tiempo no ha surgido ninguna reforma que lo “moldee” de acuerdo a los cambios que se van dado con el paso del tiempo.
Por otro lado, creo que si se plantea aumentar los años de trabajo se debe considerar generar fuentes laborales de acuerdo a cada edad, pues además de considerar que cuando envejecemos las capacidades son diferentes, no sacamos nada con aumentar la edad si no existen empleos para este segmento etáreo.
Como me gusta contribuir al debate y no quedarme con lo que dicen otros actores, compartiré algunos de los puntos que debemos considerar ante la modificación del actual sistema.
Me llama la atención cuando catalogan a este modelo como “solidario”, si es lo más individualista que hay, pues la mayoría se preocupa por resguardar una rentabilidad mínima, por ello, y considerando que hay un alto porcentaje del fondo de pensiones invertido en el extranjero, lo óptimo sería que una parte del total de este monto sea invertido en nuestro país, pues serviría para crear nuevas fuentes de trabajo y aumentarían las remuneraciones y los niveles de estabilidad.
Ahora, hay situaciones que lamentablemente deben enfrentar muchas personas y que no podemos pasar por alto, los enfermos terminales. Es casi “perverso” que alguien en esta condición siga imponiendo, porque lamentablemente quizás no llegue a su edad de jubilación.
En estos casos, la persona debiese estar en el derecho de solicitar su monto recaudado y utilizarlo para los fines que estime conveniente, pues lamentablemente puede que no llegue a su edad de jubilación.
Hace poco tiempo, el Gobierno dio a conocer que una de las medidas para modificar el actual sistema consistía en aumentar la cotización en 5% en diez años con cargo a empleador en los próximos 10 años. A mi parecer este porcentaje debiese “dividirse en dos” para que la gente lo sienta propio.
Me explico, considero adecuado que una parte de este 5% sea destinado al fondo mutuo y otro porcentaje al fondo individual, pero en el caso del primero de ellos, la idea es que no exista “tope”, ya que pasaría a tener las características de un sistema regresivo, en donde quienes más ganan pagarán menos impuestos.
Otro punto que deberíamos aplicar es la “prueba de la blancura”, mecanismo que permita a los cotizantes evitar que su dinero sea invertido en empresas con altos grados de rentabilidad que se hayan visto envueltas en algún tipo de escándalo o hayan violado los códigos de ética del rubro.
Bueno y por si fuera poco, muchos tienen que “lidiar” con las denominadas “Comisiones Fantasmas”, término que de alguna manera demuestra el grado de ignorancia de la mayoría de los que imponen.
¿Sabía usted que las AFP’s pueden realizar un subcontrato para invertir donde ellos no pueden hacerlo? Si su respuesta es negativa, no se preocupe, se encuentra dentro del 99,9% de la población que desconocía esto y que lamentablemente tiene por resultado que nuestros fondos pierdan rentabilidad, pues tiene un costo implícito del cual ni siquiera se solicita un visto bueno por parte de quien impone.
Podría escribir miles de líneas con respecto al tema, pero prefiero cerrar indicando que este tema destierra una serie de elementos del mundo laboral que no han tenido cambios sustanciales por mucho tiempo y que detonan y se hacen visibles a través del descontento social.
Sabemos que el modelo actual tiene muchos errores, pero a mi parecer, la principal tarea debe radicar en humanizarlo, dejar de ver números en las cabezas de las personas y construir un sistema que no entregue “las migajas” de la torta a quienes por años, y con sacrificio, trabajaron por tener una vejez digna.
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