Estimado Sergio:
Conozco en profundidad su compromiso y su actuar en defensa de los DD.HH., en particular desde la lucha en defensa de las víctimas de la dictadura en los '80, en nuestra tarea común en y desde la Universidad de Concepción.
Tengo la impresión que su modestia impide que estos antecedentes figuren en extenso en los antecedentes publicados acerca de usted como director del INDH en su sitio oficial y, al mismo tiempo, permite que partidos políticos y organizaciones interesadas intenten desconocerlos para cuestionar, desde su nombramiento, con persistencia digna de mejor causa, su tarea.
Es importante, en consecuencia, que me permita enviarle esta carta pública para contribuir a una mejor evaluación de su compromiso permanente con la causa de los DD.HH., no sólo por su destacada labor académica, sino por su testimonio de vida. Estoy seguro que ello debe haber sido ponderado por los decanos de las Facultades de Derecho de las universidades del Consejo de Rectores y universidades autónomas que propusieron su nombramiento en el Consejo del INDH.
En efecto, fue por allá por 1986, en plena dictadura militar y bajo el régimen de los rectores delegados, cuando usted, junto a muchos estudiantes valiosos y valientes como Cornejo, Cisterna, Vargas y tanto otros, iniciaron la lucha para reconstruir la Federación de Estudiantes (FEC) de la Universidad de Concepción.
Nos encontramos en luchas solidarias ya que paralelamente levantamos la organización de los académicos a través de las asociaciones gremiales de los docentes y coincidimos con los sindicatos de trabajadores en esta lucha para poner término a la intervención en la universidad y recuperar, condición necesaria para lo anterior, la democracia poniendo fin a la dictadura con movilización activa inspirada en la no-violencia activa pero sin capucha y sin bombas molotov, preocupados de no generar una violencia adicional innecesaria y que cobrara nuevas víctimas entre los estudiantes y la comunidad universitaria en general.
Durante febrero y marzo de ese año resistimos juntos la exoneración de 5 académicos y más de 260 estudiantes, todos dirigentes activos de centros de alumnos. Ha sido reconocido como relevante haber creado el Comando de Defensa de la Universidad de Concepción que integró a colegios profesionales, movimientos políticos y organizaciones sociales, sindicatos, asociaciones de académicos y organizaciones estudiantiles. En esa tarea, nos encontramos con usted en muchas reuniones, pero también en las calles y resistiendo juntos la entrada de las fuerzas represivas al campus de la universidad.
Lo recuerdo con claridad, en primera fila intentando dialogar con las fuerzas represivas para evitar, una vez más, su entrada al campus. Era en la Avenida Central, frente a la Facultad de Farmacia. Más aún recuerdo que ello le valió ser brutalmente golpeado en la cabeza y nos obligó a los dirigentes académicos a interponernos hasta que las fuerzas de carabineros se retiraran.
Su gestión estuvo siempre marcada por buscar una reflexión profunda que justificara y diera fundamento a la movilización estudiantil pero acompañada de coraje y liderazgo para estar en la primera fila de las luchas universitarias.
Recuerdo también que, desde la Asamblea de la Civilidad, en que usted participaba, organizamos un hermoso acto, un 15 de diciembre de 1987 (ya en esos años) en la sede del Colegio Médico de la ciudad de Concepción, en que todos los movimientos políticos sin excepción -salvo naturalmente los partidarios del régimen- y las organizaciones diversas de la civilidad fueron invitados a suscribir -ya en ese entonces- un compromiso solemne con la defensa de los Derechos Humanos.
Por eso me llama la atención y me obliga a esta Carta Pública que, tanto el Partido Comunista como algunas organizaciones de DD.HH. -con las que en ese entonces trabajamos juntos codo a codo y muchas veces acompañando lealmente y reconociendo nuestro liderazgo- hoy se hayan empeñado en una injusta campaña para desacreditar su gestión.
La creación del INDH, proyecto presentado por Ricardo Lagos y sancionado por la Presidenta Bachelet el 24 de noviembre de 2009, buscó crear "un espacio que mira, reflexiona y revisa la historia de nuestro país con el fin de instalar los derechos humanos en nuestro presente e impulsarlos con fuerza y permanencia hacia el futuro".
Es por lo mismo, una tarea que nos convoca a todos los que hemos hecho en la vida política de la defensa de los derechos humanos un pilar central de nuestra existencia.
En la historia reciente del Chile que hemos vivido, con todo respeto por el testimonio de otros y compartiendo el dolor de las víctimas y su búsqueda de reparación y justicia, somos mucho los humanistas cristianos, entre ellos usted Sergio, que hemos dado testimonio que el respeto a los DD.HH. es un valor de vida y es un sello que debe impregnar la vida democrática. No tenemos, digámoslo con claridad, que recibir lecciones de otros sectores. Más aún, nosotros no nos confundimos: DD.HH. aquí y en todas partes.
Miro con orgullo, a ese respecto, la Distinción "Oscar Romero", creada por el Servicio Paz y Justicia (Serpag-Chile) y que me fuera conferida en marzo de 1986 por el MODEHU de Lota y que señala: "Por su testimonio en favor de la Paz, la Justicia y los Derechos de los Pobres y Oprimidos de nuestra Patria".
He revisado con detención todas las funciones asignadas al INDH y constato que, en todas ellas, bajo su dirección, la institución ha cumplido con rigor su tarea.
Por supuesto, nadie es infalible y habrá, como en toda gestión, errores y, eventualmente, conflictos en relación con algunos trabajadores de su dependencia, pero debiera ser materia de orgullo que tanto usted como ellos han cumplido durante el "estallido social" una tarea llena de convicción y coraje que obligó al gobierno a aceptar la visita de organismos internacionales relevantes.
Por supuesto, defender los derechos humanos es mucho más que escribir un panfleto o utilizar las redes sociales para descalificar o mentir.
Instaurar de manera permanente el respeto a los DD.HH. requiere, como usted lo ha señalado recientemente al asumir un rol en La Araucanía y expresar con independencia su preocupación por el grave conflicto que no hemos sido capaces de resolver, consolidar la paz y no la violencia.
Quería felicitarlo públicamente por esta última gestión y pedir respeto a su testimonio en defensa de los DD.HH. Confío en que con voluntad de diálogo y cumpliendo la misión del INDH, pueda continuar su tarea, junto a sus funcionarios: es una tarea que Chile necesita.
Confío en que esta carta abierta sea leída por quienes han abrazado genuinamente la causa de los Derechos Humanos.
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