Como se ha señalado ya en varias oportunidades, la maquinaria represiva de la última dictadura cívico-militar chilena montó -en todo el territorio nacional- una bien pensada (aunque no original) estructura que pudiera responder a la tarea central del nuevo régimen de facto: refundar las relaciones sociales, políticas, económicas y culturales del país, mediante el miedo represivo.
Bástenos recordar, a modo de barniz, las clarificadoras declaraciones que el líder de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), Manuel Contreras, hiciera en 1979 a la revista Ercilla, respecto de la labor que esta organización llevaba a cabo:
"DINA nació como resultado de la necesidad de desarticular la enorme infraestructura secreta dejada por el marxismo para llevar a Chile a una guerra de guerrillas del mismo estilo de la desarrollada en Vietnam [...] entonces debía entrar en acción otro tipo de organismo para combatir en las mismas condiciones y terreno en que lo hacían los subversivos, es decir, 'debajo de la mesa'. Nada se sacaba con tener todas las Fuerzas de la Defensa Nacional patrullando las calles, armados hasta los dientes, si entre los mismos que aplaudían su paso se encontraban los extremistas que, al amparo de la clandestinidad, podían asestar cuándo y cómo lo desearan".
Estas declaraciones nos muestran, primero, la idea represiva que la DINA (y parte importante de las FF.AA., y de Orden nacionales) tenía sobre la realidad social chilena de segunda mitad del siglo XX, que daba cuenta de una poderosa connotación colonial. De ahí que Contreras sugiera que en el Chile de los '60 y '70 se vivía una "guerrilla similar a la vietnamita".
En segundo lugar, y por extensión de lo anterior, las declaraciones de Contreras dan cuenta de lo que aquí nos convoca: la existencia a lo largo del territorio nacional de una red represiva y burocrática dispuesta para desmantelar la "infraestructura secreta del marxismo". La idea de la subversión, puesta a punto como el resorte principal de la maquina dictatorial en todo el país.
Así, y en un ejercicio de "descentralización de las memorias", es decir, introducirse en el análisis de lo urbano, en la cotidianidad misma de la ciudad, podemos encontrar lugares que fueron utilizados como parte de esa maquinaria burocrática y que muchas veces pasan desapercibidos, fueron destruidos o, en otros casos, el sitio alberga nuevas construcciones. Casos de lo anterior existen muchos, y muchos de ellos, además, forman hoy parte de los llamados sitios de memoria, pero hay otros (muchos) que no son sitios de memoria, incluso en algunos casos no existe una activación (comunidad de memoria) que enuncie dichos lugares como sitios de violaciones a los Derechos Humanos. De ahí la importancia, para reconstruir(nos) nuestra historia reciente en todo su ancho, que nos permita, sobre todo hoy, hablar mirándonos a los ojos y no esconder temas sensibles, bajo eufemismos que solo acumulan presión social.
Uno de estos lugares es la ex tenencia de Carabineros de Pichilemu, utilizada para las primeras detenciones y torturas tras el golpe militar de 1973. Hasta ahí fueron llevadas las personas sindicadas como "subversivos/as", y sometidas desde el primer momento a la violencia física y psicológica propia de la dictadura. Lo particular de este caso es que, en el mismo edificio en donde se cometieron estas violaciones a los Derechos Humanos, siguió funcionando hasta el año 2010 la Ilustre Municipalidad de Pichilemu. En ese año, y producto del terremoto que asoló nuestro país, se construye un nuevo edificio municipal que sigue en pie hasta hoy, en el mismo sitio en donde estaba la unidad de Carabineros. Aquí, y gracias a una investigación que forma parte de la iniciativa regional "Expedientes y lugares de violaciones a los Derechos Humanos" de la Seremi de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de la Región del Libertador Bernardo O'Higgins, que incluye además al cuartel de Investigaciones de San Fernando y al cuartel de Investigaciones de Rancagua, se está levantando de la mano de las agrupaciones de DD.HH. asociadas a cada lugar la información necesaria para poder reconstruir aspectos centrales de nuestra historia reciente, desde una mirada regional y rural, así como avanzar hacia la declaratoria de sitios de memoria de dichos lugares.
Este ejercicio de reconstrucción de memorias existentes en la Región de O'Higgins busca, además, poder indagar en los testimonios de las personas que pasaron y fueron sometidas a violaciones a los DD.HH., en los cuarteles de Investigaciones de San Fernando y Rancagua. En San Fernando, por ejemplo, funcionó una unidad de lucha "antisubversiva" liderada por el ex capitán del Ejército Ricardo Manríquez Pearson. Esta unidad no se agotaba en San Fernando, sino que articulaba (de manera burocrática, jerarquizada y coordinada) la represión en varios puntos de la región.
En suma, esta iniciativa de la Seremi permitirá, mediante el equipo de investigadores/as compuesto por la socióloga Isidora Salaberry, el antropólogo Daniel Rebolledo y quien escribe, historiador Cristian Gutiérrez, aportar desde la mirada regional a la reconstrucción de nuestra historia reciente.
Descentralizar las memorias es hoy, por sobre todo, un acto necesario y urgente que asegure en estos tiempos movedizos el compromiso con el "Nunca Más".
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