Dos hechos de violencia han marcado la preocupación en los últimos días, ocurridos en el ex Centro Juvenil Lihuén de Limache. El primero, las 8 puñaladas ocasionadas, por un joven de 20 años a un profesor de trato directo y el segundo la agresión de otro joven con un palo hacia un gendarme, en el mismo Centro.
Llama la atención como a los pocos días desapareció de la primera plana la información, para no recordarla más, siendo estos hechos de la mayor envergadura. Con todo, habrá que señalar que estas gravísimas situaciones al no ser abordadas y corregidas con la complejidad y profundidad que requieren, arriesgan repetirse constantemente.
Habría que discernir la génesis de estos descontroles. Por un lado, pueden ser producto de un diagnóstico psiquiátrico inexacto, en el que al paciente no se le medicó conforme a su trastorno, pero por otro -y me parece podría ser la más acertada- un desborde de esta magnitud se generó por malas prácticas, mal trato sistemático, abuso verbal, indiferencia y negligencia en los afanes que día a día se ha de tener por los jóvenes atendidos.
Estas malas prácticas me ha tocado observarlas con cierta recurrencia por aquellos pocos, pero ruidosos malos funcionarios, que no atinan a dedicarse a un trabajo minucioso, respetuoso, generoso y sacrificado hacia la tarea encomendada.
En esta misma línea y como antítesis de lo recién indicado, me gustaría destacar la noble y ejemplar tarea que desarrollan Gladys y Claudia, ambas de AFUSE trabajando con virtuosismo en la Unidad de enfermería del CIP CRC de San Bernardo.
Estas dos mujeres dignas de observar y seguir su ejemplo, a mi entender, jamás serían agredidas por ninguno de los jóvenes del centro, porque ellas son capaces de postergar sus propias urgencias e intereses personales por dar una sonrisa amable, entregar una palabra cariñosa y consoladora, regalar un gesto de bondad aminorando de esa forma los dolores, tensiones y tristezas de sus pacientes.
Invitamos a todos los funcionarios del Sename a conocer y profundizar más y mejor estas actitudes que han de ser el primer recurso y motor para el cambio de las personas atendidas, en su mayoría desperfiladas y desestructuradas en sus afectos, emociones y personalidad, buscando afanosas imágenes orientadoras para su desolación, dolores y temores.
La Fundación Paternitas, experta en humanidad y buenos tratos, acogedora y empática considera vital, para el éxito de sus programas, esta modalidad de acercamiento, que más allá de los traumas de la niñez que hayan tenido, destaca y prioriza la belleza del alma y la potencia amorosa oculta en sus corazones.
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