“Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor, pero la violencia se practica a plena luz del día". John Lennon
Chile cambió, despertando de un largo letargo. El estallido social del 18 de octubre nos marcó para siempre. Han transcurrido ya sobre sesenta días desde ese explosivo y multitudinario encuentro en la “Plaza de la Dignidad” donde miles y miles de chilenos y chilenas de todas las edades y condiciones, se juntaron voluntaria y pacíficamente para protestar,
¡Protestar con mayúscula! Con el presentimiento de estar participando, sin querer queriendo, en un momento histórico. El mundo se conmocionó al constatar que lejos estamos de ser un oasis. Un patético ejemplo de nación dócil a intereses privados.
Así fue, no hubo comuna que se aprecie de tal, por lejana que esta estuviera, que sus pobladores no salieran a la calle con las emblemáticas cacerolas, las que, al compás de su música alegre y festiva, se hicieron sentir hasta en los sótanos de los salones de la Moneda.
El pueblo está enojado, “choreado” que lo sigan engañando una y otra vez. 1.500. 000 personas solo en el gran Santiago, se dieron cita para exteriorizar su bronca con el sistema opresor y abusivo, cuyas desigualdades las hemos sufrimos todos y todas por igual.
Desde el retorno a la democracia, la que tanto nos costó recuperar, después de largos 17 años de dictadura, un grupo de privilegiados han hecho y deshecho, a su real antojo, lo que han querido con las riquezas básicas del país, dejándonos apenas los sobrados de la mesa o la basura inservible,
Muy molesta la gente sigue protestando cada vez con más fuerza y convencimiento. Lo que hace está bien en un Gobierno democrático, donde la Constitución y las leyes, la debiera proteger especialmente del sagrado derecho a petición.
Lamentablemente en la Torre de Babel, en que se encuentra el presidente, no escucha o no entiende el lenguaje desesperado que grita al unísono, una sociedad entera: simplemente mayor distribución, justicia social, equidad y paz.
Pero no la paz de los cementerios, aquella que en el pasado reciente se llenaban tumbas de NN, no encontrándose aún los cuerpos de detenidos desaparecidos, por las acciones y decisiones del general golpista Augusto Pinochet y su esbirro el coronel Manuel Contreras, jefe de los aparatos represivos, que violaron con total impunidad, sistemáticamente los Derechos Humanos.
La tétrica historia se vuelve a repetir, volvemos a ser indicado en el planeta como un país gobernado por autoridades electas, como violadores de los Derechos humanos y civiles. ¿Será este un maldito estigma que nos persigue?
El INDH, con su valioso trabajo. La delegación de la Alta Comisionada de la ONU, y sus tres semanas en terreno, Human Rights Watch, el experimentado representante, Amnesty, y la Comisión Interamericana de DDHH, todos sus informes reiteraron a las autoridades que en Chile se violan los derechos a las personas.
Son tantos los casos que llega a dar vergüenza ajena que “el Nunca Más”, durara tan poco. No fuimos capaces de aprender la dura lección.
Gustavo Gatica y Fabiola Campillay, quedaron ciegos por disparos de perdigones, cerca de 300 personas la mayoría jóvenes perdieron la vista en un ojo, por balines y bombas lacrimógenas. Doloroso a más no poder, 26 muertos desde que se inició el estallido social, 3.500 hospitalizados algunos de gravedad por las golpizas, 9.000 detenidos en comisarías, cientos de policías heridos e increíbles aberraciones sexuales realizadas por efectivos de Fuerzas Especiales.
Las fake news invaden la Moneda, tratando de desvirtuar la horrorosa indesmentible verdad, busca chivas y argumentos que nadie se los traga, causando una sensación de incredulidad generalizada en las largas conferencias y entrevistas del mandatario.
Es cierto que la violencia y el lumpen, los delincuentes, narcos y desalmados de siempre, se han ensañado con todo lo que pillan a su paso, roban, destruyen e incendian, incluso las escasas fuentes laborales y de servicios para los más carenciados.
Presidente Piñera, no traspase su responsabilidad e incapacidad a países extranjeros tan distantes, como Rusia y Corea del Sur, lo que nos pasa. Los artistas, deportistas, intelectuales, científicos, filósofos, músicos y otros, están protestando, con el pueblo y para el pueblo.
Y si sigue con la cantinela que gobiernos latinoamericanos se unen para confabular contra Ud. está equivocado, simplemente porque ellos, están tan o más desprestigiado que el nuestro. Su declaración de guerra con un enemigo invisible, se anida en su distorsionada realidad, desmentida hasta por el General de Ejército nombrado a cargo del estado de Emergencia, fatal decisión, que le penará para siempre.
Su segundo mandato después de un mayoritario respaldo electoral, en la segunda vuelta, vive su peor momento, el escaso apoyo en las encuestas que tanto le fascinan, no alcanza a los dos dígitos. Sus propios partidos que lo sustentan de Chile Vamos, no saben qué hacer con esta nave sin capitán, las diferencias son públicas y notorias, llegando los líderes al extremo de ni saludarse, la coalición comienza a tomar cada vez más distancia sobre todo cuando el barco sin timón se hunde. El choclo se desgrana y los grandes capitales huyen a paraísos fiscales, incluidos los suyos.
Especialmente cuando personeros de su propia esfera política, están convencidos que no termina su legítimo mandato, hágalo por el bien de Chile y su angustiada y desesperada gente.
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