El caso de Ámbar Cornejo nos impacta como sociedad por el nivel de descuido y crueldad del mismo, pero nos vuelve a recordar cuántos niños y niñas son prácticamente abandonados por un sistema que no valora la importancia de las emociones, las relaciones y la prevención, que centra sus esfuerzos en que los ciudadanos aprendan a leer y sumar para el día de mañana poder trabajar y que se olvida de formar personas capaces de cuidar de los demás, facilitando la extensión de problemas de salud mental y de violencia que hacen del hogar de muchos, el lugar menos seguro en el que estar.
Lo cierto es que tener hijos no te convierte en un buen padre o madre de la misma manera que tener una guitarra no te convierte en guitarrista.
Contar con experiencias educativas que te permitan desarrollar habilidades socio emocionales es fundamental para ejercer el día de mañana una parentalidad positiva, pero también una oportunidad para desarrollar tu resiliencia cuando en casa vives situaciones de abandono y violencia.
Lamentablemente en Chile estas instancias son escasas.
La Agencia de Calidad de la Educación (2015) estableció que en nuestro país no existen estrategias institucionalizadas para el desarrollo personal y social de los estudiantes.
Y Unicef en su informe 2020 niños, niñas y adolescentes en Chile señaló que el 62,5% de los cuidadores principales reconocen el uso de métodos de disciplina violentos en la crianza.
¿Dónde nuestros niños y jóvenes van a aprender a cuidar de si mismos y de los demás?
¿Y quién se va a encargar? Son las grandes interrogantes que como ciudadanos deberíamos comenzar a plantear.
El abandono de nuestros niños, adolescentes y jóvenes ha sido sistemático por parte del Estado, más allá de la bandera política de turno algo permanece igual: miran las estadísticas, proponen una solución parche y dan vuelta la página.
Lamentablemente el titular dura un par de días y su preocupación también; aunque éstos digan que somos el país líder a nivel mundial en trastornos psiquiátricos en menores de 6 años (Departamento de Psiquiatría y Salud mental, Universidad de Chile, 2018), que 1 de cada 3 escolares es víctima de bullying (CADEM, 2019), que somos el segundo país de la OCDE que más ha aumentado el suicidio adolescente (OCDE, 2018), que el 64% de los jóvenes conoce a alguien que ha sido victima de violencia en el pololeo (INJUV, 2018), que nuestros jóvenes lideran el consumo de drogas y alcohol en Sur América (Senda, 2018), que somos el país con la peor educación sexual de Latinoamérica (ONU,2015) o que internacionalmente hemos sido evaluados como una educación inadaptada a los desafíos del siglo XXI por no incluir la educación de habilidades socio emocionales en las escuelas (Harvard, 2018).
Y aunque estos antecedentes para muchos pueden resultar sorprendentes la verdad es que no son ninguna novedad, menos para quienes gobiernan, que aunque estén al tanto, parecieran priorizar sus agendas políticas más que la necesidades históricas de la población.
¿La razón? quizás porque invertir en prevención es invertir a cambios en el largo plazo que pueden dar fruto cuando su gobierno no esté a cargo y que aunque pueden generar un gran aporte social probablemente generaría un beneficio electoral menos efectivo que otorgar un bono.
Conclusión. Somos un país emocionalmente analfabeto, el gobierno de turno lo sabe y no le importa (por peligroso y costoso que esto resulte).
Irónicamente con la Pandemia COVID-19 han sacado la bandera política del “todos nos cuidamos” celebrando las bajas en los contagios y evitando hablar de las alzas en los femicidios, de la baja inversión en salud mental o cuán poco preparado está el sistema de formación docente y escolar para hacer frente a los desafíos del siglo XXI (otros problemas históricos más).
La causa de nuestra Fundación Relaciones Inteligentes es revolucionar la Educación desde el corazón para que el “todos nos cuidamos” deje de ser un slogan político y se transforme en una nueva asignatura escolar.
Creemos en el poder de educar bienestar, no estamos de acuerdo con volver a una nueva normalidad, llegó la hora de impulsar una nueva realidad.
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