En noviembre próximo, Perú inaugurará su puerto de Chancay, un megaproyecto que atenderá naves con capacidad de 24.000 contenedores (400 metros de eslora), incluyendo un túnel para conectar el puerto con su área logistica. Significa una inversión de USD 3.500 millones y reducirá en 15 días el transporte marítimo desde Perú a China.
Este proyecto peruano se inició prácticamente al mismo tiempo que el Puerto Gran Escala de San Antonio, que aún no inicia obras. Diversos actores del mundo marítimo-portuario, incluida la Cámara Marítima y Portuaria de Chile (Camport) han manifestado su inquietud frente a la pérdida de competitividad de Chile. Un gran éxito para el Perú y una gran sombra y duda sobre nuestro país.
En 1997, durante el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, se privatizaron los puertos chilenos y paralelamente se eliminó la Empresa Portuaria de Chile (Emporchi), único encargada de planificar los puertos. Como se aprecia, al comparar el caso de Chancay con San Antonio, Chile no cuenta con un plan integral para el desarrollo del sector marítimo-portuario que incluya los propios puertos, carreteras, trenes, centros de intercambio modal, las ciudades y más aún, una gobernanza integral y capaz de conducir proyectos de esta magnitud.
Perú ha planificado y coordinado transversalmente las obras públicas, el transporte, el medioambiente, las relaciones internacionales y en particular las inversiones chinas en el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacifico (APEC). Cuenta, adicionalmente con un Plan Estratégico de Desarrollo Nacional al 2050 que integra varias dimensiones y también varias instancias gubernamentales y privadas.
¿A dónde va Chile? ¿Cuánto creceremos en los próximo 5 a 10 años? ¿Qué sectores económicos-productivos serán los pilares? ¿Qué institucionalidad y que competencias necesitamos? ¿Cuánto mejorará la salud, educación, vivienda, transporte? No lo sabemos.
Los pilares posibles, más allá de la minería (55% de la matriz productiva), son el litio (Estrategia Nacional del Litio) y el hidrogeno verde (Plan de Acción Hidrogeno Verde), que muestran importantes riesgos al contar con una débil gobernanza, con negocios con privados sin licitación, enfrentamiento con comunidades ambientalistas y sin un diseño de impactos en las ciudades y en sus servicios. Hoy dependemos solo de negocios de privados, sin conexión e integración con otros sectores y con el país en su conjunto. La falta de un plan de desarrollo integrado, de objetivos de largo plazo, nos hace aceptar cualquier proyecto, resignados a que "cualquier viento es útil".
Paradójicamente, en Chile existe una importante comunidad dedicada a la planificación estratégica y tenemos profesionales y académicos notables, referentes mundiales, como Arnoldo Hax (fallecido) y Nicolas Majluf (Stanford, MIT). Y, sin embargo, por incompetencias políticas, no disponemos de la institucionalidad y tampoco de un plan nacional de desarrollo.
A pocos meses de terminar el Gobierno, una opción es encargarle al Ministerio de Desarrollo Social, que tiene competencias y también legitimidad, la tarea de diseñar las bases e institucionalidad para elaborar un Plan Nacional de Desarrollo. Ya es hora... nuestra competitividad, nuestra calidad de vida y nuestro futuro están en juego.
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