El círculo virtuoso de la incorporación femenina al trabajo

Cuesta comprender que en pleno siglo XXI, aún existan opiniones tan contrapuestas e incluso anticuadas también para muchos, respecto de la inserción femenina en el campo laboral. Es difícil aceptarlo cuando la histórica lucha de las mujeres en tantos ámbitos de la vida, como el voto, los cargos de alta dirección o la posibilidad de cuidar a nuestros hijos ante una enfermedad catastrófica, ha develado que la cancha, en muchos aspectos, se ha ido aplanando de forma muy dispareja.

Estas reflexiones vuelven a cobrar vida a la luz de los recientes resultados de la Encuesta CEP, la que arrojó que un 61% de los chilenos piensa que la vida familiar se resiente cuando la mujer trabaja. Otro 45% afirma que si bien es positivo que una mujer tenga un empleo, lo que realmente desea es un hogar e hijos.

¿Seguimos pecando de una excesiva desigualdad de género en relación a cómo miramos los roles de hombres y mujeres?

¿Seguimos subyugados ante un patriarcado que no nos deja avanzar? ¿Somos finalmente un país más retrógrado de lo que nosotros mismos pensamos?

En marzo recién pasado, vivimos la anterior oleada de discusiones frente a este tema. Fue entonces cuando la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) dio a conocer un informe que indica que la participación familiar femenina en la región aún se encuentra estancada en torno al 53%, lejos de la realidad de los países OCDE, y que el trabajo por reducir las brechas de género aún muestra saldos negativos. Fue una triste manera de conmemorar el Día Internacional de la Mujer.

Más allá de las interrogantes que se generaron sobre el cuestionario aplicado en esta encuesta y la forma en la que se abordaron las preguntas - desde una mirada machista o demasiado “amplia”, como afirmó la socióloga y académica de la Universidad de Chile, Silvia Lamadrid -, vale la pena reflexionar acerca de cómo visualizamos a las mujeres y el trabajo en nuestro país.

Desde nuestra perspectiva como organización, y por supuesto como mujer, la incorporación femenina a la fuerza laboral no sólo permite lograr autonomía económica o mejores ingresos, lo que innegablemente se traduce en mejor alimentación, vivienda, educación y salud para nuestros hijos.

De forma simultánea y positiva, se genera un cambio de hábitos en la familia: mayor sentido de responsabilidad, actitud de trabajo y búsqueda de oportunidades de desarrollo, entre muchos otros. Y más importante aún, se pone de manifiesto el mensaje de la igualdad de oportunidades hacia los hijos. ¡Y cómo esto no va a ser positivo para la sociedad del mañana!

Es ese círculo virtuoso el que esta encuesta no es capaz de develar. Por eso, la invitación es a redoblar los esfuerzos que debemos seguir haciendo para lograr que más mujeres tengan acceso no sólo a un trabajo decente, sino que a una igualdad de remuneraciones respecto de los hombres por las mismas funciones, a un Estado que proteja nuestros derechos de realización personal, las libertades individuales y profesionales, y que seamos parte activa de una sociedad más amable y respetuosa. Esto, por sólo nombrar algunas áreas en las que seguimos al debe.

Si nos detenemos unos minutos a pensar en esto, no es una petición que atente contra una sana convivencia. Es simplemente la manifestación de un deseo honesto y justo de tantas mujeres que buscamos un espacio para contribuir desde nuestra individualidad y experiencias a la construcción de un mejor lugar para vivir.

Creemos firmemente en lo virtuoso del círculo y seguiremos trabajando por una sociedad que sepa, de una vez por todas, comprender y respetar el aporte que las mujeres realizamos día a día.

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