El mundo, Latinoamérica y Chile han cambiado drásticamente en 3-4 años. En términos, sanitarios, políticos, sociales, tecnológicos y un sinfín de otros motivos. No es necesario detallar. Como temática, cobra relevancia en las últimas semanas los alcances de la inteligencia artificial y uno de sus más populares exponentes de los últimos meses: ChatGPT.
Con dichos avances tecnológicos nadie puede prever con exactitud dónde lleguemos a encontrarnos en el mediano plazo. La tecnología se puede usar para bien o para mal, tal como sucedió primero con la dinamita y, luego, con la energía nuclear. Es aquí cuando requerimos un faro que direccione nuestro actuar. Es lo que proporciona el propósito, lo cual da mayor trascendencia a todo lo que hacemos como personas y como organizaciones.
Respecto de estas últimas, sus líderes, deben pensar no solo en crecimiento a secas, en lo únicamente transaccional, sino en crecimiento con impacto positivo en sus distintos públicos y preguntarse "por qué hacemos lo que hacemos"; luego, "qué se hace para tangibilizar dicho propósito" y, tercero, "cómo se organizan los recursos para cumplir la estrategia".
Recientemente, en la celebración de los 15 años de Almabrands, tuvimos entre nosotros a Aaron Hurst, autor del libro "The Purpose Economy" y quien lidera desde 2015 uno de los mayores estudios del mundo sobre el propósito y la realización en el trabajo. Nuestro colega -pues se incorpora a las filas de la consultora-, destaca entre sus investigaciones las diferencias entre la mentalidad de propósito versus la transaccional en el campo laboral:
Mientras la primera da una dirección e identidad, permite crecer en cualquier rol y función, además de tener el control sobre la carrera y bienestar, la segunda, en cambio, nos aleja de dicho control, uno queda definido por el título (lo que estudiaste) y la única manera de crecer es ser promovido.
No es de extrañar, por lo tanto, que los líderes movilizados por el propósito versus aquellos que tienen lo transaccional como foco, tienen un nivel de realización de 66% versus 28%, así como logran una mayor cantidad de años de permanencia de sus colaboradores en las organizaciones y relevantes diferencias en el grado de lealtad de éstos con su empresa (Employee Net Promoter Score o ENPS).
Al final, se trata de crear un significado. Entender que trabajar con propósito genera buenas relaciones, impacto y contribución, crecimiento y desarrollo. Se trata de algo verdaderamente inspirador. Al final, las empresas tienen un espacio lleno de oportunidades para diferenciarse y competir, un verdadero camino, realmente sostenible, para prosperar en un contexto que exige al mundo empresarial, nuevas formas de desarrollo, más éticas, responsables y, sin duda, con mucho más sentido y significado para el entorno y las personas. Y todo esto, sin desmerecer todo aquello que la tecnología nos puede otorgar.
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