Proponerse llevar a cabo iniciativas en el campo de la infraestructura invita a imaginarnos el país al que aspiramos. Y es que la infraestructura, junto con proveer de empleo y de resolver brechas evidentes, habilita el despliegue de oportunidades que son, en definitiva, las que nos permitirán posicionarnos de mejor manera en la economía del futuro.
Así, en los '90, por ejemplo, pensamos que Chile, por su posición geográfica privilegiada de cara al océano Pacífico, podría constituirse en una "plataforma de servicios" para los países del cono sur de la región americana. Se comenzó a hablar de los corredores bioceánicos que permitirían conectar el Atlántico con los mercados del este asiático especialmente China, sin pasar por el Canal de Panamá.
La materialización de esa idea se fue postergando, aparentemente por no existir una demanda real de servicios para ese propósito. Sin embargo, hoy las cosas han cambiado y la idea ha vuelto a reflotar a partir de la iniciativa Corredor Bioceánico Capricornio.
Desde el Estado de Mato Grosso en Brasil y desde el Paraguay se ve con mucho entusiasmo el acceso a los puertos del norte de Chile -desde Antofagasta hasta Iquique- para enviar materias primas muy demandadas por China y otros países asiáticos. De acuerdo con datos proporcionados en ambos países el contar con ese corredor acercaría esos mercados con sus destinos en Asia en más de 1.200 millas náuticas, lo cual podría reducir hasta en una semana los tiempos de traslado. Tanto Brasil como Paraguay están avanzando en forma acelerada tanto en la materialización de inversiones en infraestructura relevante como en las coordinaciones necesarias para facilitar el transporte y las relaciones de comercio. Esta es una oportunidad que ha sido bien comprendida por nuestras autoridades tanto nacionales como regionales.
Sin embargo, aceptar este desafío demandará adecuar nuestra infraestructura portuaria para recibir barcos de gran calado en las localidades incumbentes, así como acondicionar nuestros pasos fronterizos; nuestra red de caminos principales y secundarios; convenir con las empresas ferroviarias que operan en la zona la habilitación de servicios complementarios para este efecto y la disposición de áreas de intercambio: Junto con ello se requerirá preparar los servicios públicos y los controles necesarios para atender una gran cantidad de carga generada por esta nueva opción de integración territorial. Cada una de estas iniciativas podría dar origen a formas de asociación entre el sector público y el sector privado para su materialización.
Todo esto podría constituir un factor dinamizador de las economías de las regiones del norte de nuestro país, más allá del peso que hoy tiene la minería. Obligaría a reforzar nuestras redes de comunicaciones, el suministro de energías limpias, la conectividad entre ciudades y demandaría un nuevo ordenamiento urbano de las zonas involucradas. El impulso del corredor puede cambiar la geografía de esas localidades y constituirse en un aporte sustentable con mirada de lago plazo.
Oportunidades como estas debieran ser parte de la reflexión a la que nos inviten las próximas elecciones presidenciales. Sólo así podremos salir de esa conversación menor a la que nos vemos convocados día a día y podremos recuperar nuestra capacidad de imaginarnos en forma colectiva ese país al que aspiramos.
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