La joya del emprendimiento

José Tomás Infante Guell

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¿Qué es lo que hace a un buen emprendimiento ser lo que es? Muchos piensan que una buena idea es suficiente para generar un negocio. Sí, la creatividad e innovación son partes fundamentales para comenzar un emprendimiento pero muchos olvidan el proceso.

Según la Cuarta Encuesta de micro emprendimiento realizada en 2016 por el ministerio de Economía, en Chile existen 1.865.860 emprendimientos, donde el 97,3% está compuesto por microempresarios, en un ambiente donde los impulsos de las instituciones públicas y privadas han llevado a que este número se eleve año a año. Para quienes recién comienzan en este rubro, estas facilidades a veces ocultan las innumerables dificultades propias de transformar una buena idea inicial de negocio en un emprendimiento exitoso, y es ahí, donde miles de ideas brillantes tienen altas probabilidades de  morir antes de nacer. 

Cuando a una idea le vemos un valor potencial y la mezclamos con recursos que la hacen andar, se genera una mezcla de optimismo, confianza e ingenuidad que puede llevar a un final anticipado. Una idea no vale nada si no se trabaja ardua, responsable y metodológicamente y para que ésta se transforme en un emprendimiento y agregue valor, es necesario prever un mecanismo de trabajo estratégico que encamine el trabajo posterior y evite los obstáculos futuros.

Para esto, es importante definir una propuesta de valor y analizar al público objetivo y la competencia, con el fin de encontrar una ventaja diferenciadora capaz de adaptarse a un mercado que está en constante cambio. Las redes sociales son hoy un buen mecanismo para obtener un feedback que enriele los objetivos que se buscan sin incurrir en grandes inversiones.

Con esto ya testeado e incorporado en la estrategia, comienza la optimización de los procesos productivos, el trabajo de marketing y post venta y los ciclo de vida del producto en general.

Un diamante en bruto siempre va a costar menos que una joya y se debe a la capacidad de entregarle valor al producto final mediante un proceso crítico y con objetivos claros, que entienda que su elaboración no es por azar, sino que fue pensada para alcanzar a un público capaz de valorarla más allá de la suma de sus partes.