Las candidaturas presidenciales actuales deben asumir el desafío de construir una estrategia nacional que enfrente el inminente agotamiento de nuestras reservas de minerales estratégicos. Si se mantienen los actuales planes de extracción del litio y el cobre, estos recursos podrían agotarse en los próximos cinco gobiernos o siete gobiernos, según corresponde, comprometiendo la soberanía y el desarrollo futuro del país.
De acuerdo con el informe oficial del U.S. Geological Survey (USGS, 2025), Chile continúa liderando la producción mundial de cobre, con 23% de participación y una extracción anual cercana a los 5,3 millones de toneladas. No obstante, sus reservas actuales alcanzan solo los 190 millones de toneladas, una cifra que evidencia una importante disminución en comparación con décadas anteriores.
Hace 20 años el panorama era distinto. En 2004, Chile producía 5,38 millones de toneladas de cobre y concentraba el 37% de la producción mundial. En ese entonces, las reservas chilenas se estimaban en torno a los 360 millones de toneladas.
La caída es notoria: entre 2004 y 2024 las reservas de cobre se han reducido en aproximadamente 47,2%. Este retroceso plantea la necesidad de reflexionar sobre la estrategia de producción. Aumentar la extracción podría acelerar aún más el agotamiento de las reservas. En cambio, una política de moderación permitiría prolongar la disponibilidad del bien estratégico y, al mismo tiempo, reducir la oferta mundial, lo que podría favorecer un incremento en el precio del cobre, beneficiando así a la economía nacional.
En el caso del litio, Chile dispone de 9.300.000 toneladas métricas en reservas. No obstante, el acuerdo entre Codelco- SQM permite extraer hasta 300.000 toneladas por año durante los próximos 30 años, lo que, de mantenerse ese ritmo, implicaría el agotamiento completo de las reservas del Salar de Atacama al finalizar el periodo contractual.
¿Esperaremos a que nuestras reservas estén a cinco años de agotarse para recién comenzar a generar valor agregado, instalar una fundición y una refinería de cobre y también de litio, y así aprovechar lo poco que nos quede? ¿O seremos capaces de diseñar hoy un plan de industrialización estatal que permita al país capturar las rentas necesarias para financiar los procesos de modernización tecnológica que exigen con urgencia todos los sectores productivos de Chile y las necesidades sociales y ambientales del país?
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