Parásitos financieros

En el mundo hay dos tipos de personas. El primer tipo son los que trabajan, los que crean bienes y servicios a cambio de dinero y adquieren otros bienes y servicios con ese dinero. El segundo tipo son los que crean deudas a cambio de dinero (la banca privada y los empresarios financieros), los que consumen el trabajo del resto sin crear nada, los parásitos. Estas instituciones y empresarios señalan que tienen un rol fundamental en el desarrollo económico de los pueblos, pues permiten conectar a las personas que poseen dinero con aquellas que necesitan financiar sus proyectos, de manera que favorecen la creación de empleo, bienes, servicios, y por ende: el desarrollo. Pero eso no es así.

El banco no presta dinero, genera promesas de deuda. Por ley, los bancos privados pueden emitir promesas de deuda en forma de créditos a empresarios por hasta 10 veces el dinero que realmente disponen (sistema de reserva fraccionaria). Digo disponen porque gran parte de ese dinero no es capital del banco, sino el dinero de trabajadores que mantienen cuentas de cheques en éste.

El banco goza del dinero de las cuentas de cheques de los trabajadores a un precio barato y cobra caro por las promesas de deuda que emite a los empresarios (créditos con interés). Los trabajadores por tener sus cuentas en el banco y permitir que el banco cree estas promesas reciben alrededor de 2% de interés, cuando el mismo trabajador va a pedir un crédito a su banco, el banco termina cobrando generalmente del orden de 30% de Costo Anual Equivalente (CAE).

El banco no presta deuda a los trabajadores que constituyen su encaje para crear deuda. El banco discrimina a qué empresa o ciudadano prestar dinero, sin tener una relación 1:1 entre su capital y las promesas de deuda que emite. A pesar de que su capacidad de generar promesas de deuda está dada por el monto de las cuentas de cheques de los trabajadores y la capacidad de multiplicar por 10 este encaje en promesas de deuda, el banco se da el lujo de discriminar a quienes pueden acceder a crédito.

Al banco no le interesan los buenos pagadores. El banco no incentiva buenos empresarios con negocios rentables y pagadores de capital adeudado, sino malos empresarios que estiren los pagos hasta que no puedan seguir pagando ni siquiera el interés. Una deuda es algo deseable para el banco, pues esa promesa de pago muestra que alguien tiene el compromiso de pagarle, un activo para sus balances. Lo que al banco le interesa no es anular la deuda, sino cobrar intereses y ejecutar garantías al final de todos los aplazamientos de pago.

El negocio de los empresarios en este sistema no es ser productivo, sino gestionar deuda. Un empresario junta un par de personas con propiedades, saca un crédito en el banco por 10 veces el valor de sus propiedades, estructura pagos de largo plazo, arma un par de sociedades, cubre sus flujos con factoring (muchas veces de empresas relacionadas pero maquilladas) y monta una inmobiliaria con la que poder apalancar más créditos en el futuro. Los dividendos serán pagados por trabajadores que arrendarán porque no tienen dinero para el 20% de pie que exige el banco para acceder a un crédito inmobiliario. La inmobiliaria te ofrece además un seguro de arriendo, ellos se encargan de que ese dividendo se pague. Así, los empresarios financieros se la pueden llevar un buen tiempo, disfrutando de la buena vida sin haber creado una sola cosa real para intercambiar como el resto de los trabajadores.

En un sistema en el que las promesas de deuda que los empresarios adquieren funcionan en la práctica como dinero, los trabajadores se subordinan al empresario pagador que no tiene una trayectoria que le permitió adquirir ese capital (en dinero y no promesas deuda). El empresario no ha ganado un puesto digno de admiración por parte de los trabajadores, sino que ha tomado este rol como privilegio. Cuando el dinero no representa el trabajo o la productividad, quien tiene más dinero no es quien ha sido productivo o trabajador.

La guinda de la torta. No existe dinero suficiente en el mundo para pagar una década de fiesta y deuda. Hay momentos en la economía en los que ya no es posible seguir emitiendo más deuda para pagar deudas. Llega el momento de cobrarlas. Y claro, no existe el dinero real suficiente para cobrar, pues todo el sistema, desde los bancos privados hasta las sociedades de responsabilidad limitada, están hechos para crear y transar deuda, no dinero. Los acreedores comienzas asustarse y a cobrar las promesas de deuda. Ni las empresas improductivas han creado bienes y servicios que hayan captado dinero, ni los bancos han recuperado capital, el interés obtenido lo han retirado como utilidad.

Cuando la banca ya no dispone de liquidez suficiente en su reserva 1:10, los bancos centrales o reducen las exigencias de encaje, o prestan dinero que tienen a los bancos privados, o imprimen más dinero para prestarles, o simplemente los Estados con impuestos de los trabajadores ciudadanos rescatan la fiesta de mal asignación de deuda de la banca privada. Así nomás, 10 años de fiesta de financieros, consumiendo los bienes y servicios que los trabajadores crean gracias a una capacidad de asignación de promesas de deuda (amparada en el dinero de los trabajadores) que ha demostrado ser discriminatoria e ineficiente, debe volver a ser pagada por los trabajadores.

¿Por qué? Porque los ciudadanos de a pie no están mirando el sistema financiero, todos miran el político. Y cómo culparlos, si nunca les mostraron su relevancia y efectos en la gobernabilidad de una sociedad. Es de esperar que un día las políticas económicas del banco central sean tan debatidas y entendidas por los ciudadanos como las elecciones políticas.

Tecnicismos más o menos, la intuición detrás del sistema financiero es la expuesta. Es cierto, la deuda chorrea, pero chorrea más deuda. Vivir en un sistema en donde las transacciones de los trabajadores se producen con dinero real, no promesas de deuda, ralentizará la economía y suscitaría desafíos de planificación y coordinación distintos, con aciertos y errores distintos. Quizás la solución eso otra, no hay que cerrarse, pero claro está que este sistema no de para más.

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