La Navidad es una de las fiestas más esperadas por los niños y niñas, en la que muchos sueñan recibir el regalo soñado. En esta línea, también es el periodo donde las estrategias publicitarias dirigidas a ellos alcanzan su punto máximo, y donde las marcas tienen una responsabilidad ética aún mayor. Es fundamental que las empresas actúen con conciencia y responsabilidad al dirigirse a los consumidores, especialmente cuando la comunicación se orienta a un público más vulnerable como los menores de edad.
En este contexto, quiero resaltar la importancia de que las marcas sigan criterios de autorregulación. El Código Chileno de Ética Publicitaria, en su séptima versión, profundiza en los cuidados de menores, establece normas esenciales sobre cómo debe ser la comunicación dirigida a este público, enfatizando en la necesidad de un enfoque responsable, en especial cuando las empresas anuncian promociones y ofertas que podrían tener un impacto directo en los hábitos y comportamientos de los más pequeños.
Es importante que las marcas mantengan un compromiso con la ética, ya que tienen el poder de influir directamente en ellos. Este tipo de responsabilidad no solo crea un entorno publicitario más saludable, sino que también genera confianza y lealtad a largo plazo.
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