Desde hace años vengo observando con preocupación cómo Chile, a pesar de ser un gigante en la producción de cobre, está perdiendo terreno importante y capacidad de atraer inversionistas. Esto lo refleja el reciente informe del Fraser Institute, con un irrelevante puesto 38 en el mundo.
Una característica que he mencionado en otras ocasiones sobre la industria nacional es su peculiaridad en los temas de inversiones y la ambigüedad que genera para el futuro. No estamos siendo atractivos para los empresarios e inversionistas, y las políticas públicas no están cimentando a favor de la industria. La minería en Chile es el fundamental para el desarrollo y crecimiento de económico.
Esta caída no es sorpresa para nadie. Es más bien un resultado previsible de una serie de decisiones erráticas y políticas inestables que han marcado la última década. En varias ocasiones anteriores he hecho público mi apreciación del presente minero de Chile, y el rol que protagoniza el sistema político. La estabilidad jurídica y tributaria ya no está dando confianza al inversionista debido a las innumerables reformas tras reformas tributarias. Lo que se quiere son reglas claras y menos incertidumbre.
Falta de visión estratégica país
La falta de una estrategia clara de fomento y desarrollo minero para mayores inversiones por parte de los gobiernos ha sembrado la incertidumbre entre los inversionistas, alejándolos de nuestras fronteras, sin inversión no hay crecimiento y si no hay crecimiento, tampoco habrá desarrollo social para eliminar la pobreza.
El estallido social de 2019, que dejó en evidencia las brechas sociales y políticas en nuestro país, fue el primer golpe. Muchos inversionistas, que antes veían a Chile como un destino seguro, huyeron en busca de ambientes más estables. Luego vinieron los rechazos a nuevos proyectos mineros por motivos políticos, cambios regulatorios constantes y una burocracia que más que facilitar, obstaculiza la inversión. Y mientras tanto, vemos con preocupación cómo países vecinos como Argentina, con una visión más clara del potencial minero, están ganando terreno a pasos agigantados.
Es desalentador ver cómo la minería, que debería ser una fuente de desarrollo y crecimiento para nuestro país, se está viendo afectada por decisiones cortoplacistas y falta de visión estratégica por parte de nuestras autoridades. El Ministerio de Hacienda, en particular, parece no entender la importancia vital que tiene este sector para nuestra economía.
Necesidad de políticas públicas estables
Al parecer no se entiende de minería, y por eso creo que mientras el mundo político no entienda la importancia que este sector tiene para el país y el mundo, vamos a seguir retrocediendo. Esto por factores internos, políticos, seguridad institucional; seguimos con diversas reformas, como lo laboral, tributaría, entre otras. La que se transforman en trabas para el ingreso de inversionistas.
Si queremos revertir esta tendencia y recuperar el lugar que históricamente ocupamos en el escenario minero mundial, necesitamos políticas públicas estables, reglas claras y una regulación tributaria que no asfixie la inversión. Mientras no entendamos que el crecimiento económico está estrechamente ligado a la inversión, seguiremos viendo cómo nuestro país retrocede en lugar de avanzar.
Todos los países que crecen bajan los impuestos y acá estamos al revés. Ya le sucedió a Nueva Zelanda, y otros países, revirtieron las medidas y han logrado aumentar la inversión y han logrado un mayor crecimiento. Mientras las autoridades no entiendan que el crecimiento es inversión, se va a seguir desarrollando pobreza. Es momento de actuar con determinación y visión de futuro para recuperar el liderazgo que alguna vez tuvimos en la industria minera mundial.
No podemos seguir bajando en el ranking Fraser, unámonos todos en volver a crecer, no es opción es obligación.
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