Las empresas de menor tamaño son un espejo de la sociedad. En ellas se reproducen las dinámicas de inclusión, pero también las desigualdades sociales y económicas del país. De acuerdo con los datos del SII (2022), en Chile existen 1.168.049 micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), que representan el 98,4% del total de empresas y otorgan el 65,8% del empleo. Sin embargo, sus ventas equivalen solo al 11,7% del total nacional y, si las observamos en detalle, enfrentan grandes desafíos para acortar distancias con respecto a las empresas de mayor tamaño.
Las brechas con que batallan son un tema abordado profundamente por el gobierno del Presidente Gabriel Boric, y destacado una vez más durante la celebración de la Semana de las Mipymes y Cooperativas 2024. Los distintos servicios de fomento del Estado, encargados de la generación e implementación de políticas públicas, han propuesto soluciones y oportunidades específicas dirigidas a este sector de la economía.
Se trata de medidas efectivas, como se refleja en la distinción que Chile obtuvo en el índice de políticas para pymes publicado por la OCDE este 2024. Nuestro país fue destacado como el país número uno en políticas pro mipymes en la región, un reconocimiento que es motivo de orgullo, pues resalta el compromiso con la promoción y el apoyo a las pequeñas empresas, facilitando su desarrollo y crecimiento. Fuimos muy bien evaluados en áreas como marco institucional, servicios de desarrollo empresarial para mipymes y políticas de innovación y tecnología, entre otras, teniendo evaluaciones cercanas al 4,5 en cada una de ellas (de un máximo de 5), y estamos muy por sobre el promedio latinoamericano. Sin embargo, aún queda trabajo por hacer.
¿Cuáles son las brechas y en qué estamos trabajando?
En primer lugar, existe una gran dificultad para crear y fortalecer empresas lideradas por mujeres. El 62,3% de las microemprendedoras desarrolla actividades informales, en comparación con el 54,9% de los hombres, y el 70,4% de ellas genera ganancias inferiores al salario mínimo, mucho más que el 40,5% de los hombres que está en la misma situación (EME, 2022). ¿Cómo se aborda esta brecha? Implementando el enfoque de género como eje estratégico, con planes y programas específicos para emprendedoras y empresarias.
Un ejemplo ha sido el programa Capital Pioneras, que entrega financiamiento a mujeres con una buena idea de negocio que se pueden desenvolver en rubros tradicionalmente de predominio masculino y que, paradójicamente, tienen mayores salarios promedio que otras actividades económicas. Entre estos sectores masculinizados se encuentran la industria manufacturera, la construcción, la industria audiovisual, entre otros.
En segundo lugar, existe un problema de confianza entre emprendedores y empresarios, lo que se refleja en la baja participación de las mipymes en espacios que fomentan la asociatividad. Según la Quinta Encuesta Longitudinal de Empresas (INE y Minecon, 2019), el 76,3% de las empresas de menor tamaño no participó en ningún tipo de asociación. No obstante, a pesar de este dato, existe un gran potencial de crecimiento a través de las cooperativas, cuyo número creció 11% anual a agosto del 2024. A esa fecha, existían casi 2.000 cooperativas, con 2.157.635 socias y socios activos (dato DAES-Minecon). El cooperativismo representa una oportunidad para diversificar la economía, disminuir la concentración económica y aumentar la escala productiva. Sercotec ha identificado e impulsado estos valores, promoviendo la incorporación de asesores cooperativos junto con la creación y fortalecimiento de estas organizaciones a través de programas especiales en minería, en cultura y en energías renovables.
Por último, la capacidad de crecimiento de las mipymes es otro ámbito de preocupación. Muchas empresas enfrentan dificultades para escalar y establecer encadenamientos productivos sólidos. Si tomamos al conjunto de microempresas, solo 6% es capaz de escalar a un nivel mayor, ya sea a pequeña, mediana o gran empresa. Este mismo porcentaje se observa para las empresas pequeñas, ya que solo 6% llega a ser grande o mediana (Minecon, 2016). Para mejorar esta situación, hemos desarrollado un nuevo modelo basado en ecosistemas productivos territoriales, con apoyo para la inserción de mipymes y cooperativas en cadenas cortas de valor, en industrias como la minería y la logística.
El Estado trabaja de manera coordinada a través de sus servicios e instituciones para consolidar el modelo de apoyo a mipymes y cooperativas, fomentando su crecimiento sostenible, como se vio reflejado en la Semana de las Mipymes y Cooperativas. Enfatizar la igualdad de género, la asociatividad y el escalamiento productivo son elementos claves para su desarrollo futuro.
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