La educación 100% online representa un avance significativo en la democratización del acceso al conocimiento, ofreciendo soluciones innovadoras para los desafíos contemporáneos. En un mundo en constante evolución, donde la accesibilidad, el tiempo y la flexibilidad son recursos valiosos, esta modalidad permite a los estudiantes equilibrar múltiples facetas de su vida personal y profesional mientras avanzan en su formación académica.
En particular en nuestro país, con una geografía compleja y una demografía concentrada en pocos centros poblados, esta modalidad resuelve el acceso a educación superior de personas que viven en comunas de menor tamaño, donde es materialmente inviable implementar sedes presenciales; elimina tiempo, dificultades y costos de traslado y porque no decirlo, reduce riesgos de los estudiantes vespertinos que transitan en sectores con escasa seguridad.
Las matrículas en programas de pregrado a distancia, carreras online, han experimentado un crecimiento sustancial, pues según cifras del Servicio de Información de Educación Superior (SIES), el crecimiento en los últimos 5 años en esta modalidad se ha triplicado. Si en el año 2020 las personas que optaban por dicha modalidad eran 52.506, al año 2024 alcanzaron las 158.161. Asimismo, los datos SIES muestran que, en la matrícula de primer año de pregrado de los 350.683 estudiantes, 45.771 optaron por carreras "a distancia", alcanzando 13%.
Ello demuestra que el modelo online destaca por su enfoque en la flexibilidad, ofreciendo opciones adaptadas a las necesidades de los estudiantes: Clases en vivo para quienes buscan interacción en tiempo real y un formato a ritmo propio para quienes prefieren manejar su propio horario. Además, implica derribar las limitaciones geográficas para acceder a la educación superior, y es una alternativa para quienes por motivos personales no puede desarrollar una carrera de forma presencial, por ejemplo, por estar a cuidado de un familiar.
El auge también de esta modalidad responde al perfil del estudiante trabajador, una población que necesita optimizar su tiempo y priorizar sus responsabilidades laborales y familiares. El promedio de edad de los estudiantes online es muy superior al de los presenciales, lo que demuestra que es una solución para el adulto trabajador que quiere compatibilizar su quehacer con su progreso o vigencia. La pandemia, aunque desafiante, evidenció el potencial de la virtualidad, motivando incluso a quienes llevaban años fuera del sistema educativo a retomar sus estudios.
Más allá de los beneficios prácticos, la educación online fomenta competencias clave para el siglo XXI, como la autogestión, la disciplina y la capacidad de interactuar en entornos digitales diversos. Estas habilidades no solo preparan a los estudiantes para completar sus estudios, sino que los posiciona como profesionales altamente competitivos en un mercado laboral que demanda flexibilidad y adaptación.
En este contexto, no se entiende que la propuesta de un nuevo sistema de financiamiento para la educación superior deje fuera, desde su diseño, a los estudiantes de estas modalidades. La educación online o A distancia requiere de las mismas oportunidades de financiamiento que las carreras presenciales, dado que es la única opción abordable para un gran número de jóvenes y adultos de nuestro país.
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