Y se nos vino marzo, período clave para proyectar lo que queremos lograr en educación, es el mes del cimiento, del soporte, de instalar la base que sostendrá nuestro año escolar, para eso debemos mezclar lo aprendido, con lo anhelado. Bien sabemos que, para hacer cemento, es necesario además la arena, la grava y agua y si falta un ingrediente no obtendremos la firmeza, el fraguado que buscamos, sino sucedáneos de poca duración y consistencia.
En educación necesitamos combinar, unir e involucrar actores, voluntades y articular las diferentes necesidades para llegar a un resultado sólido que sea macizo y que no se sienta ni la brisa del viento en movimiento, aunque este sople y sople. Y para lograrlo debemos enfocarnos en las prácticas de la mejora educativa que vayan de la mano con la prevención del abandono escolar, de manera de lograr la motivación escolar.
Entre 2023 y 2024 más de 47.500 estudiantes abandonaron sus estudios y cerca de 848.000 presentaron inasistencia grave, lo que presenta una gran fisura en la edificación escolar. Tenemos la claridad que el abandono escolar comienza el mismo día que se inicia las clases, generando grietas académicas, sociales y afectivas en miles de escolares en nuestro país.
Debemos replantearnos un enfoque integral en educación que visualice calidad y la relevancia de la misma. Desde los equipos directivos corresponde bajar cual cascada a los cuerpos docentes, paradocentes, sicosociales, una educación que motive y desafíe, que produzca necesidad de aprendizaje, para lo cual la gestión se vuelve relevante, entrega el recipiente donde debemos reunir y agitar los diferentes elementos.
La forma de hacerlo es entregando los recursos adecuados para generar un ambiente de aprendizaje estimulante, convocador, que sea tentador, atractivo que nos permita aumentar la actividad cerebral, física y formativa.
Otro gran elemento es el currículo, debemos llevar lo aprendido en la escuela hasta aterrizarlo a la vida diaria donde el aprendizaje haga sentido, propósito y motivación. Que el currículo invada los espacios de desarrollo de los estudiantes que se haga indispensable el ir a la escuela, y esto se haga con voluntad, determinación y deseo.
No olvidemos que no se puede educar sin interesar al otro a aprender. Tenemos lo necesario para grandes, poderosas y majestuosas edificaciones, pero para lograrlo debemos fusionar los elementos que nos permitan lograr educación equitativa, próspera y justa. Un niño que va al colegio es un niño que aprende, un niño que aprende será capaz de edificar y construir su futuro con materiales y herramientas variadas aprendidas con sus maestros, adquiridas en la escuela.
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