En los últimos días, diversos medios de prensa reportaron el desatino de una académica de la U. de Concepción -junto a su ayudante- menospreció la capacidad de estudiantes de la carrera de profesor de Educación Básica. Primero, decir que este tipo de errores los hemos conocido antes. Significativo es el desahogo de la profesora de un colegio, haciendo descarga sobre sus estudiantes y familias, producto del agobio que tienen; sin embargo, creo que en este caso más que el agobio que podría explicar el error de no cerrar la sesión de Zoom, se refleja una valoración respecto de la docencia y de quienes se dedican a ella, que cruza de modo más profundo nuestra sociedad.
Como Cooperativa.cl señala, la profesora se refiere despectivamente a sus estudiantes de Pedagogía Básica. Señala claramente "pa' qué tanta cuestión, si son de de básica no más" y luego un adjetivo que no repetiré.
Es decir, el solo hecho de haber ingresado a estudiar educación básica los clasificaría como poco inteligentes o, al menos, no merecedores de su esfuerzo por enseñarles ciencia. Lo más grave de esto es que quien desvaloriza de este modo la capacidad de personas y futuros profesores, es la directora (según el sitio web de la universidad) de la carrera de Educación en Ciencias, en una Facultad de Educación.
Es una minusvaloración de lo educativo. Pareciera que los profesores no merecen un mayor esfuerzo o que enseñar en los primeros años no requiere conocimiento profundo. Lo malo es que esta valoración es más común de lo que parece. Primero, el valor hora que se paga por estatuto docente al profesor de Educación Básica es menor respecto de los niveles superiores. Es decir, para el legislador y las autoridades, enseñar en Educación Básica sería un trabajo más sencillo.
Segundo, lo vemos en la elección de ministros de Educación. Casi nunca se trata de un experto o experta en la materia. Hoy tenemos un abogado, antes un médico, han pasado ingenieros, etc.
Tercero, muchos espacios de desarrollo de la educación son dirigidos por personas formadas en áreas distintas de la pedagogía. Hemos tenido, incluso, políticos haciendo turismo profesional al ejercer de profesor de matemática en un curso de enseñanza media durante un año. Este menosprecio uno esperaría que no pasara en una Facultad de Educación de una universidad.
Pero educar no es transmitir, no es entretener un rato a niños y niñas en la escuela, presentando aspectos apasionantes de un saber, historias de su construcción, o grandes listados de ejercicios tipo. Educar es construir experiencias de vida que les permita a los y las estudiantes construir el mundo, es decir, construir saberes, actitudes y valores para actuar y transformar. Luego, lo primero que debe conocer un profesor es cómo se conoce. Segundo, conocer aquello que se enseña, pero aquí no basta con saber matemática avanzada, o literatura o cualquiera de las materias escolares, sino debe comprender cómo ese conocimiento se desarrolla, construye y cómo se conoce.
Por ejemplo, haga un ejercicio básico: trate de recordar cómo aprendió a contar (si es profesor de Educación Básica está eximido) o ¿qué le fue más difícil cuando aprendió a restar? ¿Cómo comprendió que las letras escritas se asocian a sonidos y estos a significados? ¿Cómo los libros no sólo tienen palabras, sino historias que le pueden ayudar a vivir?
Pero lo más importante y complejo es que el profesor debe articular lo anterior con la capacidad y conocimiento educativo para invitar a los y las estudiantes a vivir experiencias de aprendizaje, acompañando en sus emociones, sus diferencias, sus dificultades personales y grupales.
Por último, este episodio nos invita dejar este tipo de esquizofrenia social, en que se exige a la formación de profesores un alto nivel, con acreditación obligatoria, con formación exclusiva en universidades, con una evaluación constantemente a los y las profesoras y, por otro, considerar que cualquier profesional puede dirigir carreras de formación de profesores, ser ministro de Educación o dictar clases en enseñanza media o básica, sólo con saber aquello que se debe enseñar. Hoy que se habla de libertad de enseñanza, hablemos un poco del derecho de aprender que todos tenemos.
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