Porqué Sí a la historia, la geografía y las ciencias sociales

Lucía Valencia Castañeda
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La reforma curricular anunciada por el CNED el pasado 24 de mayo, ha suscitado un debate respecto de la obligatoriedad o complementariedad de determinadas asignaturas en la formación de los estudiantes secundarios de nuestro país.

La discusión está demostrando que el currículum es un campo en que se disputan perspectivas e intereses y deja en evidencia varias preguntas que podemos hacernos respecto de su construcción y desarrollo, una de ellas, es quién elabora el currículum, y cuáles son los procesos de discusión y validación que intervienen en su elaboración. 

Otra de gran relevancia, es el propósito de enseñar determinadas disciplinas en la Escuela, y con ello, la finalidad que debe cumplir la misma en la sociedad.

Esta es una cuestión que ha cambiado históricamente, y que en las últimas décadas se debate y modifica, no necesariamente con la misma velocidad de los cambios sociales, económicos, culturales, políticos y medioambientales que caracterizan el mundo contemporáneo.

¿Por qué debería ser obligatoria la matemática, la lengua y la literatura, y electiva la historia, la geografía y las ciencias sociales? Los argumentos para fundamentar esta decisión podrían llenar páginas y podríamos analizarlos de acuerdo a las perspectivas que sustentan estas posiciones, muchas de las cuales seguramente compartiríamos.

Las razones que fundamentan la obligatoriedad de la historia, la geografía y las ciencias sociales en el currículum escolar de 3° y 4° medio, también son poderosas y se sustentan en el rol social que le cabe a la Escuela y en las necesidades que demanda la complejidad del mundo contemporáneo, caracterizado por grandes desigualdades sociales, por masivos movimientos migratorios a nivel planetario, por problemas medioambientales de graves repercusiones para la población, por la imposición de un modelo económico insostenible para la gran mayoría de la humanidad, por cambios climáticos con consecuencias  catastróficas, por transformaciones culturales que están removiendo estructuras y tradiciones centenarias, por el surgimiento de alternativas políticas con nuevas demandas, actores y estrategias, y por el resurgimiento de otras  que recuerdan las peores experiencias del siglo XX.

¿Cómo logra comprender la mayoría de la población estas problemáticas?

¿Cómo se explica las causas de estos procesos, sus contextos?

¿Su transformación o permanencia en el tiempo y en el espacio?

¿Los actores que intervinieron en su desarrollo y las decisiones que tomaron?

¿Cómo concibe alternativas de cambio?

La Escuela cumple un rol fundamental en estas cuestiones y con ella la enseñanza de la historia, la geografía y las ciencias sociales, cuyo principal propósito es que los estudiantes aprendan a pensar socialmente, es decir, que desarrollen un pensamiento que les permita responder a problemáticas o situaciones relevantes de la realidad social, utilizando las herramientas y conceptos de análisis propios de dichas disciplinas.

Un pensamiento que les permita comprender las características y condiciones del mundo actual, los procesos históricos y espaciales que han configurado dichas condiciones y tomar una posición participativa respecto de las alternativas de cambio.

¿Puede ser esta una cuestión de elección en el sistema escolar? ¿Se trata, por el contrario, de una responsabilidad ineludible de la Escuela? La nueva propuesta curricular, ¿garantiza que todos los estudiantes de Chile, especialmente los más afectados por la desigualdad social, la violencia estructural y delictual, o la necesidad de adecuarse al desarraigo de sus países de origen, puedan acceder a desarrollar un pensamiento socialmente complejo que les permita imaginar alternativas de futuro?

Todas y todos los estudiantes de Chile tienen derecho a esta formación, en todas las etapas de su vida escolar obligatoria.

Todas y todos los estudiantes tienen derecho a clases de historia, geografía y ciencias sociales que les enseñen a pensar histórica, geográfica, socialmente, que les permitan problematizar la realidad.

Y aquí radica la otra gran pregunta de este debate y que ha sido menos discutida, ¿cuáles son los contenidos de esta nueva propuesta curricular? ; ¿cuáles las perspectivas de enseñanza que la sustentan? ; ¿qué miradas de las disciplinas subyacen en su formulación? 

Esto ha sido menos discutido porque lo desconocemos, hasta aquí sabemos que historia, geografía y ciencias sociales será una asignatura electiva en 3° y 4° medio, pero no conocemos sus contenidos, ni sus objetivos.

Sabemos en cambio que, en abril de 2018, el CNED aprobó la propuesta enviada por el gobierno en febrero de ese mismo año, y que, en agosto, las nuevas autoridades ministeriales enviaron una propuesta reformulada de la signatura, que es la que hoy ha sido aprobada.

¿Por qué el CNED acepta una propuesta reformulada si ya la había aprobado?

¿Cuál es la política de Estado que hay en la elaboración del currículum?

¿Deberán los profesores y profesoras y las instituciones que los forman, estar alertas a cada cambio de gobierno para implementar modificaciones en lo que enseñan, y no en cambio, a las demandas sociales que la Escuela le hace al currículum?

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