Después de dos años de pandemia, el deterioro del bienestar social y emocional de los niños, niñas y adolescentes de nuestro país se ha hecho sentir con fuerza. Los casos de violencia al interior de los colegios se han multiplicado y lo más probable es que una gran cantidad de estudiantes presenten síntomas de ansiedad, angustia o depresión en los próximos años.
No nos podemos quedar de brazos cruzados. Se requiere una política pública que aborde la salud mental escolar en toda su complejidad, que sea fruto de un trabajo serio, colaborativo y participativo y que esté pensada para desarrollarse en el largo plazo. Ese es el objetivo de la "Bancada por la Salud Mental Escolar" que anunciamos hace algunas semanas atrás.
Sin embargo, la situación es crítica y se requieren medidas urgentes que también puedan tener efecto en el corto plazo. Las comunidades se encuentran agobiadas y merecen un entorno educativo que los acoja y que considere su bienestar emocional como un pilar fundamental de su formación, tanto o más importante que lo cognitivo-académico.
Es necesario repensar la Jornada Escolar Completa. Sus características y objetivos. Los mecanismos de evaluación que existen actualmente se han convertido en un incentivo perverso para los colegios y desvirtúa el norte que se tuvo en vista cuando se implementó esta política educativa.
Tampoco se puede perder de vista que el sentido de pertenencia a una comunidad educativa tiene un enorme impacto en la salud mental de los estudiantes. La vinculación con los pares, la identidad e integración. Los establecimientos deben avanzar en convertirse en un espacio de satisfacción y crecimiento personal integral, en donde se fortalezcan los factores protectores que fomenten mayores niveles de autoestima y menores niveles de depresión y ansiedad.
Para lograr esto, urge cambiar el foco. Las comunidades educativas no deben ser exigidas en un loop interminable de rendición de cuentas.
El Mineduc debe establecer lineamientos y modificaciones para que los colegios utilicen las mañanas como horas lectivas. El tiempo que los alumnos pasan en la sala de clases no puede significar una cantidad excesiva de lenguaje y matemáticas. Por las tardes, se debe entregar apoyo humano y presupuestario para que se realicen actividades extra programáticas, talleres, deporte o actividades artísticas y culturales, elementos indispensables para lograr una educación integral, que considere los talentos y capacidades de cada uno.
A 25 años de la Jornada Escolar Completa, aprendamos de sus aciertos y sus errores para enmendar el rumbo: entreguemos una educación integral a los niños, niñas y adolescentes.
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