La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha publicado recientemente los resultados de 31 países en las competencias de comprensión lectora, matemáticas y resolución de problemas, en los que Chile obtuvo el último lugar. Más allá de esta mala noticia, que aparece como "el Grinch" en Chile, ad portas de las celebraciones de diciembre, han surgido varias explicaciones, aunque pocas propuestas, para abordar estas problemáticas con los antecedentes expuestos.
Por un lado, se ha sugerido que las evaluaciones del sistema educativo chileno (como Simce o PAES) han estandarizado de sobremanera los procesos de enseñanza- aprendizaje en Chile, girando todo mayormente en obtener buenos resultados en dichas evaluaciones. Pareciera ser que la solución pasaría por que esta "punta de lanza" no sea la meta primordial, sino que enfocarse en desarrollar capacidades y habilidades significativas en el estudiantado.
Por otro lado, y relacionado con lo anterior, se vislumbran los factores motivacionales que merman la educación, argumentándose que se vive en una época donde es poco atractivo leer más allá de las redes sociales. Es justamente este el tipo de desafíos que como sistema socioeducativo se debe abordar de una manera amplia y holística, pues además de incentivar la valoración de la lectura y las matemáticas, que además interactúan con otras áreas del saber, esto permea en las vidas de generaciones de personas.
Por último, los aspectos cognitivos se complementan con dimensiones socioemocionales, por lo que deben potenciarse mutuamente y no verlas como silos aislados. En la actual era digital, esto debe considerarse desde la educación temprana, donde el rol de las familias también es clave, interactuando con los actores educativos y también con otros padres y madres, los cuales en su conjunto pueden estimular los aspectos individuales y sociales de las personas partícipes de procesos formativos.
Así, si bien hay propuestas que se enmarcan sólo en las unidades educativas y sus aspectos curriculares y de capacitación a docentes y directivos, esto es la punta del iceberg, pues es necesario una visión sistémica, que involucre a diversos liderazgos, lo cual implica transformaciones socioculturales de largo aliento, en pos de una educación integral de calidad, donde colaboran e interactúan pertinentemente distintos niveles y actores. Con ello en mente, es de esperar que no vuelva a aparecer "el Grinch" a amargarnos las futuras festividades.
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