"El presupuesto que se plantea significa un nulo apoyo al desarrollo de las universidades, disminuyendo los fondos que permiten aportar con propuestas e ideas creativas al desarrollo del país", Ignacio Sánchez, rector de la Universidad Católica
"Es una irresponsabilidad muy grande negarle al país la capacidad de desarrollar sus propias respuestas a estos problemas", Ennio Vivaldi, rector de la Universidad de Chile
Las universidades hemos jugado un rol relevante en medio de la pandemia, al servicio del país, apoyando desde distintos ámbitos, como con la fabricación de elementos de protección personal, apoyo en conectividad para estudiantes, flexibilidad para el pago de arancel, traspaso de infraestructura universitaria para enfrentar avance del virus, entre muchas otras y, sin duda, para implementar estas diversas acciones se requiere disponer de los recursos de mejor manera más ágil, no competir entre nosotros por los mismos recursos, no un sistema de financiamiento tipo "voucher".
Para hacer frente a las dificultades financieras derivadas de la reducción significativa y súbita de los ingresos, desde el Consorcio de Universidades Estatales de Chile (Cuech) se han realizado distintas propuestas, como por ejemplo, el uso de los excedentes acumulados de las recuperaciones de crédito y que se disponga de un fondo de financiamiento basal de emergencia Covid-19 para las universidades estatales, que les permita continuar prestando su servicio académico y desarrollando las labores de ciencia e investigación, que están resultando esenciales para el combate de la pandemia, solicitudes que no han sido acogidas en su totalidad por el Ministerio de Educación.
Es necesario que el Estado se haga cargo de financiar a sus universidades y, por tanto, es urgente que en la nueva Constitución se asegure el derecho a la educación superior y, por supuesto, su financiamiento, que tiene que ver con hacerse cargo de las realidades de cada una de sus universidades en sus contextos territoriales disímiles.
Junto con asegurar el adecuado financiamiento de las universidades estatales es también pertinente plantearse cuáles son los aprendizajes y los desafíos que deberemos enfrentar una vez controlada la pandemia. ¿Puede la educación superior continuar como era hasta antes de 2020?. La respuesta es no. Y las preguntas que surgen son: estamos enseñando con una modalidad distinta, pero ¿hemos modificado las estrategias metodológicas realmente? ¿son las apropiadas?.
Definitivamente, la educación superior ya no es como antes. La forma en que se diseña cada clase tiene que ser distinta, así como la vinculación con el medio y la forma de hacer investigación, incluso, el enfoque de los recursos para investigar también debiera cambiar, pensando en las nuevas necesidades surgidas producto de la pandemia. Y, por supuesto, los y las estudiantes y quienes integramos las comunidades universitarias, debemos adaptarnos rápidamente a los cambios, con el apoyo que eso requiere.
Así entonces, debemos repensar cómo favorecer la motivación por el aprendizaje, no solo por obtener una buena nota o un diploma, sino por la motivación hacia el aprendizaje, que les permita ser profesionales, hacernos cargo de la brecha entre oportunidades y excelencia académica y buscar estrategias para abordar estas dos dimensiones.
Y, por último, debemos tener la honestidad de bajarnos del pedestal y reconocer que la universidad no es la única vía para mejorar su calidad de vida y que existen otras como, por ejemplo, la educación técnica. Los desafíos son tan grandes como grandes son las oportunidades de transformarnos en una sociedad mejor preparada para adaptarnos a cambios de una magnitud, hasta ahora, incalculable.
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