La nube negra del fuego, acompañada de la oscuridad del miedo, la desesperación y el dolor, recorren hoy gran parte de Chile al ritmo de incendios sin control. En la medida que se disipa, deja ver la presencia de las víctimas y la muerte que se instala veloz en los territorios afectados.
Entre las ruinas ennegrecidas, emergen las lágrimas de gente humilde y esforzada, en medio de lugares y caseríos que muchos conocían sólo de nombre, o jamás imaginaron que existieron.
Se confunden entonces, heroísmo, drama y tragedia, con la terrible aparición de los mártires muertos hasta la fecha, y la necesaria y legítima búsqueda de los villanos culpables, como vándalos, delincuentes, locos, terroristas, empresas, representantes étnicos… donde focalizar la presencia del mal.
En medio de los anterior, la necesidad de la esperanza, encarnada en un súper héroe, “el avión de la esperanza”, el “Súper Tanker”, que trae la ayuda desde el cielo generoso de la solidaridad.
Pero todo esto, que sí es real, no puede ocultar la ineficiencia e incapacidad del Estado para prever y controlar la emergencia de las catástrofes, especialmente de las que en tiempos de estabilidad son poco probables, pero sí posibles e imaginables con análisis estratégicos que contemplen la presencia de estos escenarios futuros con la presencia de estos monstruos.
Lo anterior, se llama gestión del riesgo contemplando la presencia de los “cisnes negros”, que no existieron hasta que alguien vio uno, y dejó de ser un “monstruo imaginario” de ficción.
En realidades turbulentas, uno debe anticipar la emergencia de ellos en “los márgenes de lo real”.
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