El principal problema de quienes organizan actividades es confundir la experiencia en instancias artísticas o deportivas con la gestión del riesgo. La seguridad en estadios, eventos masivos, actividades artísticas, recintos cerrados o abiertos, espacios privados o públicos, es siempre importante y compleja.
Un ejemplo importante de este tema ocurrió a fines de septiembre de 2022. Hubo una masiva concurrencia de espectadores a la presentación del cantante Daddy Yankee en el Estadio Nacional, desbordando las medidas de seguridad elaboradas por la organización y las autoridades para el concierto del artista en Chile.
Los problemas continuaron al interior del máximo recinto deportivo de nuestro país, en donde personas que tenían entradas para cancha VIP debieron ser reubicados en galería, por la gran cantidad de personas que entró al espectáculo que, por cierto, pasó a segundo plano debido a los diversos incidentes y disturbios producidos en el exterior e interior del estadio.
El público denunció avalanchas, robos, accesos colapsados y decenas de personas que con entrada en mano no pudieron ingresar por los conflictos generados antes y durante el concierto.
El principal problema de los responsables es confundir la experiencia en organización de eventos artísticos o deportivos con la gestión del riesgo. Es un tema que en verano se vuelve a reforzar, por la cantidad de festivales y actividades que se organizan. Siempre debe existir una persona especialista responsable en evaluaciones de riesgo en todo evento masivo.
Debe ser una persona profesional entendida en vulnerabilidades, con especial conocimiento en eventos masivos; con experiencia en coordinación y trabajo con todos los servicios de emergencia pertinentes.
Pérdida de control, posible desastre
Para tal efecto, es imprescindible un plan de emergencia que considere múltiples hechos que pueden estar presentes en un evento masivo de las características ya planteadas: incendios, ataques terroristas, amenazas de bombas, paquetes sospechosos, ataques con agentes químicos, biológicos, daños a edificios, apagones o fallos en el suministro eléctrico; fallos de ascensores o escaleras mecánicas; fugas de gas o incidentes con sustancias peligrosas, aglomeraciones o avalanchas, evacuación intempestiva, condiciones meteorológicas adversas, catástrofes naturales (terremotos, erupciones volcánicas, etc.) y un sin número de hechos que pueden comenzar como una emergencia y se pueden transformar en una catástrofe.
Un evento masivo frente al que se pierde el control, en el que los cálculos y procedimientos se desajustan y fallan inexcusablemente, se transforma en un eslabón más de una cadena que puede llamarse desastre. Hechos similares han sucedido en el mundo con muertes incluidas, por lo tanto, nada nos puede sorprender.
Ni las autoridades, ni los organizadores, ni los asistentes pueden desconocer el tema. Debe concebirse como una necesidad de planificación y gestión clave en todo evento masivo, en eventos artísticos, en recintos cerrados o abiertos, en espacios privados o públicos.
Queda claro que la seguridad en eventos masivos no es un tema al azar, que debe estar al frente una persona profesional y que debe ser preocupación de todas y todos.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado