¿Se fijó lector/lectora lo que dicen datos serios sobre la concentración de la riqueza a nivel mundial que ha generado este proceso de globalización, el cual pretenden dirigir la Casa Blanca y la Unión Europea en interés exclusivo y excluyente?
El capitalismo globalizado es cada vez más incompatible con el desarrollo democrático de las sociedades.
Fíjese que este capitalismo financiarizado y multinacional tiene en el presente el resultado que los 26 más ricos poseen más riqueza que 3.800 millones de personas, es decir, la obscenidad de esta concentración de la riqueza hace que 26 personas ostenten una riqueza equivalente al 50% de la riqueza mundial.
¿Qué éxito no? Allí están los dueños de Microsoft, Facebook, o Amazon entre otros. Por cierto, esas fortunas no son el resultado del mero ingenio muy dotado de individuos vía el mítico e inencontrable “self made man”. Esta acumulación de riqueza cuenta además con muchos mecanismos que les facilitan no pagar sus impuestos, estimándose en 7.600 millones de dólares promedio lo que ocultan ante el Fisco. Usted, sabe, allí están los Panamá Papers, pero sobretodo, los paraísos fiscales.
Por cierto, la desigualdad no es algo natural, no es inevitable ni tampoco una “enfermedad” incurable.
Algo más cerca de nosotros, esa globalización neoliberalista dirigida desde el norte rico también quiere dominar, manejar y manipular a nuestros países, llamados del “Tercer Mundo”.
Todo ello dentro de un nuevo impulso neocolonial, en el caso nuestro, dirigido principalmente desde la Casa Blanca y el actual gobierno de Trump con el objetivo de controlar los países, los gobiernos y como no, nuestros recursos naturales.
Somos formalmente independientes, pero en la realidad, con el sambenito de la globalización se pretende que volvamos a una condición de neocolonias. Allí tenemos el caso increíble de Venezuela. Digo increíble porque no creo haber sido testigos de una obsesión de control y bloqueo tal, como la que tiene la Casa Blanca con ese pueblo y país. Fíjese que según un estudio del Center for Economic and Policy Research, elaborado entre otros por el conocido economista Jeffrey Sachs, se afirma que aproximadamente unas 40.000 personas han fallecido en ese país desde 2017, como consecuencia de las sanciones y bloqueos de los EEUU y sus “jinetes” especializados en este tipo de cosas (Bolton, Abrams, Pence).
Acciones, todas ellas, que pasan a llevar de manera flagrante la Carta de las Naciones Unidas, tanto por los EEUU como por los países del autollamado Grupo de Lima, que se convierte en cómplice y ayudista vergonzoso del país del norte.
Pero, usted sabe, todo eso del derecho internacional y otras cosillas similares, no importan para el único imperio que queda en el mundo actual.
Lamentablemente, al mismo tiempo, con esta globalización neoliberal estamos viviendo una época en que predomina la “deshonra del lenguaje”, como le llaman algunos.
En particular, desde medios de comunicación cooptados por el dinero y el poder. Por su intermedio se banaliza, se tergiversa, se miente tranquilamente, como lo afirmó en reciente entrevista el Papa Francisco.
Medios que siguen la pauta que le marcan las elites de gobiernos derechistas en nuestra América; gobiernos desnortados y sin ética política, salvo aquella funcional a la mantención de sus privilegios. Después nos sorprendemos por la despolitización y el desinterés en la cosa pública.
Un solo ejemplo para ir terminando, el Sr. Piñera viaja a China (condicionado por las “ordenes” del mandante Sr. Pompeo) y dice allá, “cada país tiene el sistema político que quiera darse”.
Muy bien. Sin embargo, no bien llega aquí, cambia de punto de vista y apoya la intervención y el bloqueo sobre Venezuela, país hermano, incluso ofreciendo en su momento, colaboración militar junto a Brasil y Colombia, sin tomar en cuenta las consecuencias para todo el continente que podría traer una guerra.
¿Qué más decir? Hipocresía+ manipulación y cuando no, represión, un simulacro en tiempo real de política y democracia. Ahí los tiene usted, pues.
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