A pocos años luz de la Tierra se encuentra un planeta llamado "Esperanza", está habitado por niños que viven para siempre en un ambiente en donde la temperatura es de 20,5 C. La lluvia hace crecer las orquídeas púrpuras y los tulipanes del color del oro adornan valles y mesetas. Hierbas finas y perfumadas alumbradas por el sol destellan colores de esmeralda, y otras con el jaspe rojo, azul a violáceos, grises a negros, amarillos y pardos, en ocasiones combinados.
Los niños acariciados por la brisa de Dios -libres ya de sus asesinos- corren, bailan, cantan y juegan al compás y danza de pequeñas estrellas de chocolate -suspendidas al alcance de sus manos -muy sabrosas y nutritivas.
Víctimas de todos los tiempos. Del aborto y las instituciones que debieron cuidarlos, los cobardes y pervertidos, violadores y pedófilos. Muchos fueron amparados por el silencio de criminales que perpetraron sus más tenebrosos, horrorosos y asquerosos actos en contra de la inocencia. Cuántos cómplices, vestidos con hermosas púrpuras y blancas túnicas, considerados como grandes y admirados caballeros.
Los niños del planeta Esperanza tiene el don de ser videntes. Advierten a los se ocultan tras las apariencias de nobles y sublimes intenciones. Pueden comunicarse de un modo directo con nosotros. Conocen a los demonios escondidos y al acecho, para cada cargo, dignidad o desempeño. Imágenes de bestias horribles y repugnantes. Cuando son vencidos por sus encantos, perciben lo putrefacto y nauseabundo. La oscuridad que los rodea, indescriptible.
Hacia el atardecer, Soledad, de 7 años, fija sus ojos grandes, como piedras de azabache, en el rostro triste y los ojos húmedos de Ema. Había abortado hacía algún tiempo. Su desolación y la culpa, demoledora. Alguien cuenta que cuando pasaba por la puerta de la pieza de Ema la oyó decir con voz muy entera y serena "nunca pensé que mi presente y lo que me queda por vivir es significativamente superior y mucho más importante que mi pasado". Jamás contó nada a nadie. Sólo quedó en su habitación, hasta hoy, un suave aroma a chocolates y algo más que nadie puede explicar.
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