Hace ya 80 años se firmó el acta de la capitulación alemana, el día miércoles 9 de mayo de 1945. En horario de la URSS -Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas- fue a las 00:43. Se acordó que entraría en vigor 18 minutos después. Por la parte alemana firmó el mariscal de campo Wilhelm Keitel, y por la parte soviética lo hizo el mariscal del Ejército Rojo Gueorgui Zhúkov. Este hito histórico imperecedero fue en el Cuartel de la URSS en Karlshorst, Berlín.
La segunda quincena de abril de 1945 se había transformado en decisiva y premonitoria, ya que de modo irrefrenable e irreversible, los hechos irrebatibles lo irían confirmando. En efecto, el lunes 30 de abril de 1945, estimándose cerca de las 15:30 horas, Adolf Hitler se suicidaba detonando una pistola en su boca, y desde el día anterior, su esposa Eva Braun lo habría hecho ingiriendo una cápsula de cianuro.
Simbólicamente, el mismo primer día de aquella nueva semana se produciría la imborrable y significativa imagen -más expresiva que decenas de cuestionamientos o dudas, y de unos centenares de páginas y/o miles de palabras- que dejaron para la humanidad el sargento Mijaíl Yegórov, el sargento menor Melitón Kantaria y el teniente Alekséi Bérest, al colocar la bandera soviética en lo alto del Reichstag (actual Parlamento Federal alemán), en Berlín.
La ofensiva soviética definitiva partió el 16 de abril de 1945, con un cerco militar-territorial hacia Berlín, sin desmayos, ni pausas ni retrocesos, y con sacrificios heroicos, fue avizorando derrota militar alemana y la victoria sobre el Nazismo en la Gran Guerra Patria (Великая Отечественная Война), iniciada el 22 de junio en 1941. En el diario Pravda (Verdad) se usó, por primera vez, esa expresión entronizada en su edición del 23 de junio de 1941.
Pero, la esfera del combate ideológico no se extinguiría ni se extirparía completa, irreversible y seguramente. Comenzó a reaparecer en la arena internacional, desde 2014 en tierras con aliados del nazismo: Ucrania, su capital Kiev y su simbólica Plaza Maydan, extendiéndose rápidamente hacia ciudad de Odesa y la Región del Donbás, como deriva criminal rusofóbica.
Los alemanes, ya el 2 de mayo de 1945, pedían un alto al fuego en Berlín y el comandante de la defensa de la ciudad, el general Helmuth Weidling firmaba una orden de rendición. Así, la caída de la capital del Tercer Reich traería el colapso total de la Alemania nazi de Hitler, después de batallas que se llevaron a cabo calle por calle, casa por casa, con una muy feroz resistencia, a medida que las tropas de asalto soviéticas se acercaban al centro de la ciudad. Nombres de jóvenes heroínas y héroes soviéticos se inmortalizaron, y no podrán borrarse.
La verdad histórica no debiera anularse, atacarse, desinformarse, distorsionarse ni, jamás, tergiversarse. Son parte inmanente de ésta, los 26.600.000 de soviéticos y soviéticas, civiles y militares, muertos en la Gran Guerra Patria. Asimismo, la mayoría de las familias soviéticas tuvieron algún herido o muerto. La URSS tenía, en primeros años de los '40 del siglo XX, proyectando sus censos de 1937 y 1939, una población de 164 millones de habitantes. ¿Servirá, para que el lector interesado, y no rusofóbico, reflexione esta tragedia humana poblacional, que el censo de 2024, reveló que Chile tiene 18.480.432 habitantes? Y la URSS perdió, además, un tercio de su riqueza nacional; vida económica se trastocó fuertemente, en indicadores demográficos y procesos productivos, y, el nivel de vida cayó drásticamente.
Debe reconocerse que, los daños y sufrimientos de las y los ciudadanos de la URSS fueron colosales, junto con los millones de muertos. Algunos datos complementarios ayudan a su conocimiento y convicción, al ser plena verdad sin subterfugios: 1.710 ciudades y localidades fueron destruidas parcial o totalmente, junto a más de 700 aldeas; más de 32.000 empresas industriales fueron inutilizadas; 65.000 kilómetros de vías férreas y más de 4.000 estaciones ferroviarias resultaron averiadas parcialmente o inutilizadas completamente; 98.000 de las cooperativas agrícolas y 1.876 granjas estatales, quedaron afectadas y/o inutilizadas, junto a 2.800 estaciones de maquinaria y de tractores. Ningún país en guerra sufrió tales pérdidas.
También, es parte inherente, indisociable e integral de esta verdad histórica que la URSS y su Ejército Rojo fueron cardinales, esenciales y vitales en el proceso de liberación de otros países, y sus pueblos, básicamente europeos (¡sí, de esa actual 'guerrerista' Unión Europea, que habla de "rearmarse"!), invadidos, ocupados, sometidos y subyugados por el nazismo y el militarismo alemán. Sin la ayuda soviética, no podemos imaginar hasta dónde hubieran llegado sus derrotas y decursos ulteriores. Y hoy, han caído en total confusión de valores. E incluso, adoleciendo de espantosas fallas de memoria histórica, cual metástasis mentales.
Conocidos son los países del entonces llamado Eje: Alemania nazista, Italia fascista y Japón militarista. El 27 de septiembre 1940 firmaron su conocido Pacto Tripartido de Asistencia Mutua y Distribución de Zonas de Influencia. Tuvieron algunos aliados: Hungría, Rumanía, Bulgaria, Finlandia y ciertos gobiernos colaboracionistas en países conquistados. La coalición antihitlerania la encabezaban la Unión Soviética, Estados Unidos de Norteamérica y el Reino Unido, y surgió pos junio de 1941. Así, se podrá comprender mejor la Conferencia de Yalta, de febrero de 1945, y a cada uno de sus más altos representantes de los países participantes.
Asimismo, esta verdad histórica fidedigna registra bien qué países estuvieron sometidos por el agresor nazista y fascistoide: Albania, Austria, Bélgica, Checoslovaquia, Dinamarca, Grecia, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Polonia, Francia y Yugoslavia. Pues bien, el Ejército Rojo, en cruentos enfrentamientos, logró dar un giro fundamental a la conflagración mundial, al ir liberando, total o parcialmente, los territorios de las entonces Alemania, Austria, Bulgaria, Dinamarca, Checoslovaquia, Hungría, Noruega, Polonia, Rumanía y Yugoslavia, hasta 1945.
Y, anteriormente, aludíamos al año 2014, como hito demarcatorio e histórico, muy cercano, en cuanto al resurgimiento del nazismo, ejemplificado en la nazificación diseminada en la actual Ucrania, en lo principal, a nivel europeo y global. Paralelamente, ese año, marca los últimos atisbos de sensatez y sinceridad históricas, por parte de unos 'pequeños' dirigentes europeos actuales -contrastados con aquellos grandes líderes, de mediados del siglo XX-.
Así, se conocen dichos del entonces presidente de Francia, François Hollande, el 6 de julio de 2014, en acto recordatorio del Desembarco de Normandía del 6 de junio de 1944: "Deseo saludar el coraje del Ejército Rojo que, lejos de aquí, frente a 150 divisiones alemanas, fue capaz de hacerlas retroceder (...) una vez más debo señalar la contribución de los pueblos de la llamada Unión Soviética durante esa contienda". Pero, obviamente, hoy en día se debe considerar que es el mismo Hollande, cómplice partícipe en artera maniobra embustera, concebida con firma y uso de los Acuerdos de Minsk, y su confesión. ¿Es un Hollande con gran bipolaridad?
Referíamos a grandes líderes, de mediados del siglo XX, y alguna década posterior. Ergo, v.g. el presidente Franklin D. Roosevelt, en relación a la cruenta y decisiva batalla de Stalingrado (hoy Volgogrado), que terminó tomando prisioneros al mariscal Von Paulus, y a sus oficiales y soldados sobrevivientes, el día 2 de febrero de 1943, enviaba un mensaje especial personal a los combatientes soviéticos: "Su gloriosa victoria detuvo la ola invasora y dio un giro a la guerra de las naciones aliadas contra las fuerzas de la agresión". Y recordemos que, ya a comienzos de 1943 se había roto el prolongado cerco a Leningrado (hoy San Petersburgo).
Y el mismo Roosevelt, después de la batalla de Kursk (¿le dice algo nombre de esta ciudad al lector agudo y riguroso?) -la mayor batalla de tanques de la historia-, que se había iniciado en el mes de julio de 1943, escribía: "La Unión Soviética puede estar orgullosa con razón de sus heroicas victorias". Con posterioridad, más adelante, escribiría: "Me es difícil eludir un hecho tan sencillo como es que los rusos matan más soldados enemigos y destruyen más armamento que los 25 Estados de las Naciones Unidas en su conjunto".
Súmese, contextualizándose, que, en noviembre de 1943, era liberada la capital ucraniana, Kiev, y se seguiría con Bielorrusia y las repúblicas bálticas: Estonia, Letonia y Lituania, con rol preeminente del Ejército Rojo, en cada uno de esos procesos de liberación y recuperación.
A mayor abundamiento, el 27 de septiembre de 1944, Winston Churchill, en mensaje a Josef Stalin, señaló: "Precisamente el Ejército ruso sacó las tripas a la máquina de guerra alemana y, en la actualidad, contiene en su frente a la mayor parte de las fuerzas del enemigo".
Y agrego aquí, en esta restitución de la verdad histórica, al gran general Charles de Gaulle que, estando de visita en Moscú, en junio de 1966, señalaba: "Los franceses saben lo que hizo por ellos la Rusia soviética, y saben que, precisamente, la Rusia soviética jugó un papel principal en su liberación". Seguro, estaba pensando en la 'ville lumière', la capital París.
En síntesis, se trata de que la URSS asumió el 75% de todos los esfuerzos militares realizados por la coalición antihitlerania. Y que, durante el período del enfrentamiento militar directo, el Ejército Rojo destrozó 626 divisiones de los países de Eje, de las cuales 508 eran alemanas.
¡Que 'pequeños' resultan actuales negacionistas del rol cardinal, decisivo y estratégico del Ejército Rojo y la URSS en la victoria sobre el Nazismo. Macron, Merz, Rutte, Starmer, Stubb y Zelenski, entre otros pusilánimes tergiversadores, ante aquellos grandes líderes de antaño! Nuevas victorias sobre el Nazismo serán necesarias para un mundo multipolar en paz y seguridad indivisible para todos y la democratización de las relaciones internacionales.
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