Este domingo se celebran elecciones generales en Alemania que determinarán el futuro de este país y Europa. La campaña ha sido calificada por varios observadores como “aburrida” al estar bastante claro que la Unión Demócrata Cristiana, CDU, (partido de Angela Merkel) junto a su tradicional socia, la Unión Social Cristiana de Baviera, SCU, ganará los comicios que debiera llevar a la actual Canciller a su cuarto mandato. Además se ha estimado que ha sido aburrido al no observarse grandes temas en que los partidos mayoritarios tengan desacuerdos importantes, persiguiéndose más bien la continuidad y el status quo.
Sin embargo, a pesar que desde lejos nos pudiera parecer falta de emoción, cuando nos adentramos en los desafíos que esta elección plantea y los cambios que podrían dar lugar en el mapa político alemán y europeo, nos damos cuenta que hay en juego no pocas cosas.
Lo primero que indican todas las encuestas es que, efectivamente, la CDU/SCU ganará los comicios pero sin obtener mayoría absoluta para formar gobierno sola. Necesitará socios(s) para conseguir dicha mayoría. Las opciones que hoy se avizoran son varias.
La primera es una reedición de la “Gran Coalición” junto a la SPD (Social Democracia) que lidera Martín Schulz. A pesar que cuando el ex Presidente del Parlamento Europeo anunció que competiría enfrentando a Merkel por la jefatura de Gobierno los sondeos llegaron a indicar que superaría a la Canciller por 1 ó 2 puntos, rápidamente el “efecto Schulz” se desinfló. Perdió 3 importantes elecciones federadas (dos de las cuales la SPD perdió el gobierno federado y una de ellas después de haber gobernado por décadas) y hoy las encuestas anuncian un score históricamente bajo que bordearía el 20%.
Ambos partidos, los más importantes de Alemania, no se muestran muy interesados por repetir la gran coalición que ha gobernado 8 años. La SPD teme sufrir los efectos de la “pasokización” de esta unión (emular la pérdida de poder de los socialistas griegos del PASOK al participar en un gobierno de unidad con los conservadores de la Nueva Democracia pero en un rol de segundo hasta llegar a la casi irrelevancia en Grecia). Además, está pagando los costos de una campaña en que se les vio incómodos al criticar al gobierno de Merkel al haber sido ellos mismos parte de este gobierno y acompañado las decisiones de la Canciller.
No han logrado mostrarse como real alternativa a los conservadores levantando un relato de cambio que motive y convenza a los electores. No obstante, esta posibilidad no es descartable más aun frente a un escenario que haga imposible que la CDU llegue a alianzas con otras fuerzas políticas y planee la posibilidad de repetir las elecciones en el corto plazo, lejos de los deseos de certeza y estabilidad que caracteriza a los alemanes.
Un segundo escenario es una posible alianza entre la CDU/SCU con los liberales del FDP. Este partido actualmente no se encuentra representado en el Parlamento Federal porque el 2013 no llegó al 5% de los votos, necesario para mantener los escaños. Hoy las encuestas les dan entre el 8 y 11% de los votos, lo que les permitiría volver al Bundestag y plantearse como alternativa de alianza para los conservadores. Ya esta coalición gobernó entre 2009-2013. La FDP, partido que nació como representante de los grandes conglomerados empresariales, hoy ha logrado replantarse ante la ciudadanía alemana como defensor de los intereses de los emprendedores. Su vuelta al Bundestag y al gobierno sería un gran triunfo para este partido.
Una tercera alternativa que se ha vislumbrado es la llamada coalición “Jamaica” (por los colores de los partidos: negro-amarillo-verde). Esta estaría compuesta por los conservadores, los liberales y los Verdes. Angela Merkel podría echar mano a esta posibilidad en el caso que su alianza con el FDP no le alcanzara para tener mayoría y lograra convencer a Grünen que se les uniera. Si bien esta coalición jamás ha gobernado Alemania, sí está operando en el Estado federado de Schleswig-Holstein. Esta negociación se presentaría mucho más compleja para Merkel considerando que los Verdes se sitúan más a la izquierda y los liberales a la derecha. Nuevamente, esto dependerá del apoyo que logren en las urnas estos partidos más pequeños.
Una cuarta posibilidad, menos probable a la luz de los sondeos, es una coalición de izquierdas que reuniera a la SPD, Los Verdes y la Izquierda (Die Linke). Este gobierno sí podría implicar un cambio en la conducción de Alemania (dentro de la estabilidad que busca la mayoría de los alemanes). Angela Merkel ha prevenido en contra señalando que “los tiempos no están para experimentos”. En este sentido, el actual escenario mundial de incertidumbre, con Trump y el Brexit soplando al oído, ha favorecido a Merkel en su discurso planteando que ante la tormenta mejor es resguardarse con un paraguas ya conocido y que ha funcionado.
Fuera de estos escenarios, el factor realmente disruptivo de la campaña y de lo que se viene para la próxima legislatura germana es la muy posible llegada al Bundestag del partido de ultraderecha, xenófobo, antieuro, eurófobo y antislam de Alternativa para Alemania (AfD).
Nacido en 2012 como rechazo a la crisis del euro y contrarios a la moneda única, rápidamente con la crisis de refugiados e inmigrantes de 2015 tomaron el discurso antiinmigración. En el 2013 no lograron entrar al Parlamento Federal al haber obtenido el 4,7% de los votos pero sí lo han hecho en los Parlamentos federados, logrando importantes resultados en especial en la ex Alemania del Este.
Junto con aglutinar fuerzas de ultraderecha, han hecho suyo el discurso del malestar de la gente y del rechazo a la élite que los ha gobernado desde la II Guerra Mundial. Las estadísticas indican que en Alemania ha aumentado la desigualdad y esto en especial en la que fuera la Alemania tras el muro. Este sentimiento de enojo por parte de un sector de la ciudadanía se ha manifestado de manera violenta contra Merkel en los encuentros que ha sostenido en esta parte del país, siendo insultada e incluso su auto ser atacado con tomates.
Que llegue esta fuerza política al órgano federal implicará por cierto una complicación mayor tanto en Alemania como en Europa. Ya han marcado la agenda de la campaña poniendo los temas de inmigración, fronteras, seguridad y terrorismo sobre la mesa. Ha implicado también que la propia Canciller haya endurecido sus medidas, sobre todo en materia de inmigración, seguridad y terrorismo, para no perder apoyo a la derecha de su sector. Esto se seguirá manifestando a nivel parlamentario con la irrupción de parlamentarios de la AfD en el Bundestag a partir del próximo período.
Así, pese a que desde lejos observamos una estabilidad política propia de los alemanes dada su historia y temores del pasado, vemos que las aguas también allí están agitadas. Probablemente Merkel, de formar gobierno, se verá ante un parlamento más heterogéneo que pasará de 4 a 6 partidos incluida la ultraderechista AfD. Se le reprochará que parte de su legado será llegar a su cuarto mandato habiendo creado el escenario para la llegada de la ultraderecha al Bundestag.
Los desafíos no son pocos cuando se trata de la “locomotora de Europa” y en un contexto que si bien europeos han respirado tras las elecciones en Países Bajos y Francia, aun las amenazas persisten en el continente y será justamente en el centro de esa Europa donde la ultraderecha llegará por primera vez al Parlamento federal desde el término de la II Guerra Mundial.
Veremos qué dicen finalmente las urnas este domingo.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado