Es cierto que a lo largo de la historia del proceso de integración en el Viejo Continente se ha dicho muchas veces que se encuentra “en la encrucijada”, expresión que daba cuenta de los dilemas y desafíos que la UE ha enfrentado. Muchas veces vimos como llegaba al abismo pero, en acto de última ratio, sabía sortear con más o menos éxito el salto al vacío. Sin embargo, una seguidilla de crisis de todo tipo se han intensificado desde 2008 y cuyos efectos se perciben hoy.
El 2017 será un año decisivo en el club de 28: elecciones nacionales importantes en varios países, el inicio de las negociaciones del Brexit, problemas económicos y financieros de gran preocupación en Italia y Grecia, el nuevo escenario con Trump en el gobierno de la principal potencia mundial, las relaciones con Rusia, la llegada y gestión de inmigrantes y refugiados al Continente, el riesgo terrorista, la reactivación de la economía, entre otros temas, marcarán este año.
En cuanto a elecciones, son tres las elecciones seguras y más importantes que afrontará el bloque y dos que son probables dependiendo de la evolución de los hechos (Italia y Grecia). Elecciones se llevarán a cabo en Países Bajos (marzo), Francia (abril-mayo) y Alemania (septiembre). Tres países fundadores de la actual UE y dos de ellos (Alemania y Francia), núcleo central y “motor de Europa”.
Si bien alguna encuesta ya no ha dado como vencedor en Holanda al líder xenófobo Geert Wilders, la verdad es que el apoyo concitado por este polémico político es para preocuparse. Con un discurso abiertamente antimusulmán y racista (por el que ha sido condenado judicialmente) y partiendo la campaña haciendo un llamado a expulsar “la chusma marroquí del país”, esta elección abrirá los fuegos en el pulso europeo a la fuerza de los partidos ultranacionalistas y populistas de derecha.
En un país caracterizado por la apertura (sobre todo comercial), la tolerancia, la multiculturalidad y con posiciones de vanguardia, llama la atención que un declarado admirador de Trump lidere los sondeos de opinión para las elecciones generales del próximo 15 de marzo. Probablemente Wilders gane con su Partido para la Libertad (PVV) pero difícil se ve que llegue a formar gobierno. El “cordón sanitario naranjo” debiera funcionar y evitar que llegue a ser Jefe de Gobierno pero de seguro, como ya está ocurriendo, fuerce a los otros partidos, en especial de la derecha tradicional, a correr el cerco de sus discursos e ideas hacia la extrema derecha.
Luego vienen las importantísimas elecciones en los dos países líderes de la UE. Cuando en ambos se creía que el panorama estaba relativamente claro, diversos acontecimientos han venido a dar vuelta el tablero y cada día se ponen más emocionantes estas citas electorales.
En Francia, Marine Le Pen mantiene el liderazgo en las encuestas en la primera vuelta presidencial. Pese a las acusaciones de mal uso de fondos europeos (que incluyó perquisiciones judiciales en la sede del partido), el entusiasmo que el Brexit y la elección de Trump han despertado en los seguidores de los partidos de la llamada “internacional populista” parece no hacer mella y en las últimas encuestas incluso ha estrechado la distancia en segunda vuelta. No obstante haber sacado de la publicidad de campaña su apellido y así distanciarse aun más de la imagen de su padre (“desdiabolización” de la imagen), su mensaje sigue siendo anti-UE, anti-inmigración, anti-globalización, anti-establishment, anti-euro. Muy en la línea de los otros partidos populistas de derecha, Marine Le Pen no duda en ofrecer salidas fáciles a temáticas complejas y dirigirse directamente a las emociones de los electores desencantados e indignados de Francia.
Cuando el candidato de la derecha francesa François Fillon, del Partido Républicains, aparecía como claro ganador en segunda vuelta, un affaire que involucra a su mujer (“Pénelope Gate”) le ha afectado políticamente. Habiendo hecho de la transparencia y la necesidad de lucha contra la corrupción uno de sus mensajes, hoy cual boomerang electoral, esta investigación ha venido a dar en la línea de flotación de su candidatura.
En este escenario ha surgido con fuerza la opción del ex ministro de Economía de François Hollande, Emmanuel Macron. Joven líder de 39 años, calificado de “social-liberal”, que abandonó el gobierno socialista para lanzarse por su propio carril a través de “En Marche”, hoy aparece en los sondeos pasando a segunda vuelta y ganando a Marine Le Pen. Con una izquierda que no logra levantar cabeza ni superar la fragmentación con sus principales candidatos, Benoît Hamon y Jean-Luc Mélenchon, Macron se perfila como la opción para contener el avance del Frente Nacional.
En Alemania, por su parte, es Angela Merkel quien se ha visto superada en las encuestas. Cuando se creía que su carrera a renovar su cargo en la Cancillería alemana estaba seguro, no obstante las críticas a su política de acogida de refugiados y gestión de la crisis financiera, aparece la figura del eurodiputado socialdemócrata Martin Schulz.
El ex Presidente del Parlamento Europeo ha dado nuevos bríos al SPD que no veía desde Gerhard Schröder. El desafío hoy de Schulz es justamente mantener y acrecentar este apoyo y que no sea solo el reflejo pasajero de su irrupción en la carrera electoral que le permita plantarse como opción real de cambio en el liderazgo alemán. Sin embargo, la tarea es difícil. Angela Merkel mantiene un poder fuerte que no dejará fácilmente. percibida como la “líder del mundo libre” y continuadora del rol jugado en este sentido por Barack Obama, Merkel sabe que sobre sus hombros está en juego no solo el liderazgo de su país sino también de la UE y de todos aquellos que se oponen a la onda expansiva del populismo actual. Cierto es que se ve también amenazada desde la derecha por el Partido Alternativa para Alemania (AfD) y sus discursos anti-inmigración y anti-euro, por lo que no todo está dicho en el escenario electoral alemán.
Cuando la UE se apresta a celebrar el próximo 25 de marzo los 60 años de la firma del Tratado de Roma (que creó la Comunidad Económica Europea y la Comunidad Europea de la Energía Atómica , que junto a la ya creada Comunidad Económica del Carbón y del Acero son las antecesoras de la actual Unión Europea), las tensiones y desafíos son evidentes. Con estas citas electorales más la probable activación del art. 50 del Tratado de la Unión Europea por parte del Reino Unido para comenzar el proceso de retiro de la UE, la ceremonia en Roma a fines de marzo será histórica. Una marcha pro-UE se está organizando para ese día en la capital italiana en un esfuerzo de los europeístas de alzar la voz y defender el innegable legado de paz y prosperidad que el proceso de integración ha significado para el continente y el mundo.
Como lo dijo uno de los Padres Fundadores de la UE, Robert Schuman, “ésta no se haría de un solo golpe sino a través de realizaciones concretas”, realizaciones que a veces por evidentes los propios europeos los olvidan y ponen en riesgo su presente y futuro. Y la respuesta de Merkel a los dichos de Trump, “Europa tiene su destino en sus manos” y eso se juega en estas elecciones en 2017.
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