Responsabilidad social empresarial desde el plato

Mientras en muchos países se controla el ingreso de la materia prima, el procesamiento y los puntos críticos de contaminación, en Chile seguimos nadando solo sobre la superficie. Un rotulado "sin gluten" no siempre implica un entorno seguro. Y aunque suene técnico, este vacío tiene consecuencias profundamente humanas: cada etiqueta mal interpretada puede significar un daño real a la salud de una persona celíaca o sensible al gluten no celíaco.

A la inseguridad se suma el costo. Un estudio del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) demostró que la canasta básica sin gluten puede ser 57% más cara que la tradicional, con más grasas, menos proteínas de calidad y reducida disponibilidad. Comprar sin gluten en Chile no solo tiene un alto valor, también es nutricional y logísticamente limitante.

La situación se agrava cuando, para mejorar la textura de un pan sin gluten, se recurre a tecnología costosa o a grasas y azúcares extras. El resultado es un producto de más alto valor, pero no necesariamente más saludable. El verdadero desafío está en alcanzar un equilibrio entre calidad nutricional y precio accesible. Si se le añade la ausencia de fiscalización integral, cada comida fuera de casa se convierte en un juego de azar para quienes dependen de una dieta estricta.

El próximo 17 de octubre, en el XI Simposio Internacional Avances y desafíos de la medicina personalizada en trastornos gastrointestinales e intolerancias alimentarias -organizado por Coacel, el INTA de la Universidad de Chile y la Sociedad Latinoamericana para el Estudio de la Enfermedad Celíaca (LASSCD)- abordaremos precisamente los dilemas que enfrenta la industria alimentaria y cómo la medicina personalizada nos invita a dejar de pensar en soluciones universales para pasar a estrategias adaptadas a cada necesidad.

Desde Coacel buscamos incentivar el desarrollo y acceso a proteínas vegetales u otras alternativas que mejoren la calidad de los productos sin encarecerlos. Promovemos la innovación y las alianzas público-privadas como herramientas para cerrar brechas.

Al sector gastronómico, le invitamos a fomentar la empatía y acrecentar la formación, comprendiendo que, para muchos clientes, elegir un plato sin gluten es resolver una necesidad vital sin poner en riesgo su salud; avanzar hacia la certificación de procesos, ya que la seguridad no termina en el etiquetado; se debe cubrir materia prima, manipulación y cocción y, actuar con visión ya que la demanda de opciones seguras va en alza, y posicionarse temprano en este segmento podría resultar una ventaja competitiva.

Garantizar una experiencia gastronómica segura no es solo cumplir con una tendencia; es respetar un derecho. La pregunta es si estamos dispuestos -como sociedad y como industria- a dar el salto desde un "sin gluten" percibido como moda a un "sin gluten" que sea garantía de seguridad. La respuesta puede definir no solo el futuro de miles de personas, sino también la competitividad de toda una industria.

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