La normalidad de Cordero

A inicios de este mes, el ministro de Seguridad Pública, Luis Cordero, afirmó que en materia de seguridad el gobierno de Gabriel Boric entregará el país normalizado. No obstante, desde que la autoridad emitió estas declaraciones, dos hermanos fueron acribillados en su casa en Puente Alto, un hijo fue asesinado frente a su madre en Lampa (para robarse dos celulares), una madre fue baleada frente a su hijo de 10 años en Coquimbo y un hombre fue asesinado en la vía pública, a plena luz del día, en Peñalolén.

Este contraste de realidades me hace dudar de si el problema de las autoridades es su falta de conexión con lo que sucede en las calles y barrios de Chile, o más bien es su severa falta de empatía. Porque me resulta muy difícil creer que quienes dirigen el combate contra la delincuencia y el crimen organizado, desconozcan las cifras oficiales en torno a estas materias. Lo más probable es que en sus reportes y minutas de uso interno aparezcan aquellas cifras y noticias que, día a día, nos sorprenden por su violencia, sin embargo, por un mero afán comunicacional y político decidan torcerlas y maquillarlas.

Realmente esta es la única explicación que encuentro a las palabras del ministro y a las declaraciones que, posteriormente, la vocera Camila Vallejo y el propio Presidente Boric emitieron durante esta semana. Sin arrugarse, ni intentar siquiera aparentar la más mínima objetividad, estos han afirmado haber heredado un país que se desmoronaba, pero que gracias a su gestión se ha podido levantar.

Utilizan para justificar su argumento frases que no resisten análisis y que son derechamente falsas, como que lograron disminuir los secuestros y los homicidios y aumentar el presupuesto de las policías. También se suben a carros de victorias que no son necesariamente suyas, como lo es el número de iniciativas legales vinculadas a la seguridad que se aprobaron durante los últimos tres años. Muchas de las cuales fueron presentadas durante el gobierno del presidente Sebastián Piñera, como la propia creación del Ministerio de Seguridad Pública, o que contaron durante este mandato con una fuerte oposición del actual oficialismo en el Congreso, como le ocurrió a la Ley Naín-Retamal.

¿Es que acaso el Gobierno piensa que por un par de slogans se nos va a olvidar su historial? ¿Se nos va a olvidar que quisieron reducir el presupuesto de las policías durante los peores momentos del estallido? ¿Creen se nos va a olvidar que ensalzaban la figura del "perro matapacos"? ¿Qué quisieron refundar Carabineros? ¿Qué se opusieron a cuanto proyecto de ley de seguridad se enviaba al Congreso antes de que ellos llegaran al poder?

La ciudadanía no es ingenua, tiene memoria y es capaz de darse cuenta del falso compromiso con la seguridad que tienen quienes hoy ocupan La Moneda. De esta manera, ni sus mejores pautas de prensa podrán esconder la realidad que se vive hoy en Chile: según cifras de las policías, ocurren en promedio 3 homicidios, 8 violaciones y 300 robos violentos al día. Asimismo, 116 migrantes cruzan a diario la frontera de manera ilegal. Por si fuera poco, la Fiscalía nos alerta de un crecimiento del 76% en el número de secuestros y del 215% en el número de extorsiones. A todo lo anterior, se suman los antecedentes aportados por la Dipres, que dan cuenta que el gasto ejecutado en policías, en los últimos tres años, es proporcionalmente el más bajo desde 1990.

Si esta es la "normalización" del país de la que nos habla el ministro Luis Cordero, no quiero siquiera pensar que es lo que él entiende por una crisis.

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